El «te amo» plasmado en una estampa, una declaración de amor tan tierna y sincera, provocó que el corazón de Clara se abriera como una flor al sol.
Por Ehab Soltan de El diario de Clara y Alejandro
Hoylunes – En el tranquilo rincón de su hogar, Clara encontraba refugio en los pequeños detalles que endulzaban su vida. Y entre todos ellos, había uno que destacaba como un faro en la oscuridad: Alejandro, el hombre cuyo amor iluminaba cada rincón de su existencia.
Una tarde cualquiera, Clara se vio sorprendida por un gesto que le robó el aliento y le llenó el corazón de amor renovado. Un simple mensaje, adornado con las palabras más dulces, se había convertido en un puente hacia el alma de Alejandro, mostrando su amor de una manera tan delicada y genuina que Clara sintió como si el mundo entero se detuviera por un instante.
El «te amo» plasmado en una estampa, una declaración de amor tan tierna y sincera, provocó que el corazón de Clara se abriera como una flor al sol. En ese momento, ella comprendió que cada día a su lado era un nuevo renacer, una oportunidad para vivir y amar con intensidad renovada.
En sus ojos brillaba una ternura infinita mientras contemplaba la estampa, sintiendo la presencia reconfortante de Alejandro en cada trazo. Era como si su amor se manifestara en cada detalle, recordándole que juntos eran más fuertes, más completos.
Clara se dejó envolver por la dualidad de Alejandro, aceptando con amor tanto sus días radiantes como sus noches de silencio. Cada risa, cada gesto de alegría, resonaba en su corazón como una melodía celestial, iluminando sus momentos más oscuros y trayendo consigo una paz profunda y duradera.
Y mientras Alejandro dormía plácidamente, Clara lo observaba con amorosa gratitud, sintiendo la necesidad de expresarle todo lo que él significaba para ella. Con suavidad, le susurró palabras de amor y le envió besos cargados de ternura, sabiendo que incluso en el sueño más profundo, su amor resonaba en el alma de Alejandro.
En ese momento de quietud, Clara comprendió que su amor por Alejandro era como un jardín en flor, siempre creciendo, siempre floreciendo. Y en medio de todas las cosas bellas y simples de la vida, el amor de Alejandro seguía siendo el más dulce y preciado de todos los detalles.
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