El fútbol: del «amor a los colores» a Rubiales y Negreira

El fútbol: del «amor a los colores» a Rubiales y Negreira

El fútbol español tocó el cielo futbolístico al conseguir ser el brillante campeón de la 19ª edición del Mundial, celebrado en Sudáfrica en 2010. Aquel gol de Iniesta en el minuto 116 del partido, ya avanzada la segunda mitad de la prórroga de la gran final jugada el 11 de julio, está indeleblemente grabado en la memoria y la retina de millones de españoles. El pasado año 2023, las féminas también consiguieron la victoria en el Mundial futbolístico correspondiente, pero las comparaciones dicen algunos que son «odiosas» y ciertamente esta comparación no tiene color en este caso. No solo porque el fútbol es un deporte en el que existe una arraigada tradición y afición considerándolo –hasta ahora al menos– como un deporte exclusivo «masculino», sino porque además, el feminismo ideológico ha dejado como recuerdo de esa victoria la bochornosa imagen del beso del entonces presidente de la RFEF a la capitana Jenny Hermoso.

No es comparable por tanto la emoción y entusiasmo que provocó aquella inolvidable final futbolística de Sudáfrica, con esta otra, tan reciente como empañada por estar indisolublemente unida a ese momento, convertido en detonante del «caso Rubiales» como icono de esa final. Pero remontándonos de esa lamentable anécdota a lo más general, esos dos recuerdos de dos finales futbolísticas mundiales ganadas ambas por nuestras respectivas Selecciones nacionales, señalan la penosa situación en la que se encuentra la gestión en España del considerado como «deporte Rey». Dos nombres pueden ser suficientes para definirla y entenderla: Rubiales y Negreira, a los que por aquello de que «no hay dos sin tres», se les acaba de unir el de Rocha. Hubo un tiempo en el que se aludía al «amor por los colores» para referirse a la afición por un equipo, representado por los colores de su equipación, en especial los de su camiseta. Esta definición se aplicaba a los jugadores que, pese a ser profesionales, acreditaban sentir una particular atracción por un determinado Club. Hoy, la carencia generalizada de valores en la sociedad, se refleja con intensidad en el fútbol hasta ahora considerado como el Rey deportivo, y donde la atracción por «los colores» parece referirse a los colores de los euros, el yen, los dólares, o mejor, el de los petrodólares. El fútbol profesional se ha convertido en un negocio, con los clubes transformados en sociedades anónimas deportivas, y con presidentes sin vinculación alguna con su historia. Así como grandes estrellas futbolísticas jugando en equipos y ligas del Golfo Arábigo o del Japón, son un ejemplo claro de ello. Y de la decadencia general de Europa.

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