La flora mediterránea sufre por la sequía en Cataluña. Las plantas autóctonas como el romero, la jara o el pino blanco (Halepensis) luchan por sobrevivir ante la aridez, la falta de agua y las altas temperaturas. Son los efectos del cambio climático, que están acabando con la riqueza de estos ecosistemas. A poco más de media hora de Barcelona, el Instituto de Jardinería y Agricultura Les Garberes de Castellar del Vallès lidera desde 2019 un proyecto pionero basado en la migración asistida al suelo catalán de especies procedentes de Australia, Sudáfrica o California mucho más resistentes a la falta de agua. “Llevamos cinco años sin regar. Es el jardín del futuro”, asegura Berta Tasias, directora del centro.