El salto de la rana de Pedro Sánchez

El salto de la rana de Pedro Sánchez

A los puristas les parecía una vulgaridad, pero en las plazas populares el público llegaba al delirio ante ese número circense de una figura pop de la España cañí. Era el salto de la rana. Primero Manuel Díaz El Cordobés se arrodillaba en el coso, luego flexionaba una de las dos piernas, esperaba que se le acercase el toro y entonces realizaba un pintoresco brinco con la muleta extendida. Ese giro de 180 grados, como si el diestro fuera un sapo, desconcertaba al animal sin que el torero apenas se moviese y a la vez captaba la atención del público con una acrobacia torpona y populista, de acuerdo, pero efectiva. Realmente era una cutrez, pero desde el punto de vista del espectáculo funcionaba. Casi nunca realizó una gran faena, pero llenaba las plazas.

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