Elecciones a doble vuelta

Elecciones a doble vuelta

En 1958, la crisis de Argelia colocó a Francia al borde del golpe de Estado. Los generales Raoul Salan y Jacques Massu anunciaron que sus paracaidistas caerían sobre París si el Gobierno de Pierre Pflimlin y el presidente de la República, René Coty, facilitaban la independencia argelina. El socialista Guy Mollet se dio cuenta de que la solución era Charles De Gaulle. Consiguió que el general aceptara ser elegido presidente del Gobierno, iniciándose así el camino hacia la V República. De Gaulle se dio cuenta de que la gobernabilidad en la IV República se hizo casi imposible: en solo once años los franceses padecieron 22 elecciones de jefe del Gobierno. Varios de los más prestigiosos constitucionalistas de Francia trabajaron a fondo en la nueva Constitución y, entre otras cuestiones, llegaron a una fórmula electoral distinta: las elecciones se celebrarían a doble vuelta. Como una cuestión de hecho, la V República lleva funcionando de forma eficaz desde hace casi setenta años.

En España, tras un largo período bipartidista eficaz, se ha fracturado la estabilidad, a pesar de las correcciones introducidas por la ley d’Hondt, aplicada en buena parte de Europa. Resulta muy difícil gobernar cuando una agrupación con uno o dos diputados tiene la llave para la investidura, para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado o para que las leyes salgan adelante.

El resultado de las elecciones catalanas ha acentuado la ingobernabilidad de la Comunidad Autónoma. En la actual situación, Sánchez tiene un objetivo claro: que los 7 escaños de la derecha catalana de Junts en el Congreso de los Diputados, así como los 7 de la extrema izquierda de ERC, mantengan su apoyo al actual presidente del Gobierno. A Sánchez no le será fácil tejer la gobernabilidad en Cataluña y satisfacer a la vez las aspiraciones de Illa, los compromisos con Puigdemont y el sordo desencanto de Aragonés. A lo largo de los años ha demostrado una endiablada habilidad para resolver las situaciones límite. Difícil calibrar, por otra parte, la posición real de Illa. Entre los mil y un comentarios suscitados por las elecciones, me ha parecido especialmente sagaz el de Carmen Morodo: «Sánchez ya tiene a su Bruto».

Pero vuelvo a la V República. Una ley electoral a doble vuelta en un sistema parlamentario se enfrenta con dificultades suplementarias. Está claro, sin embargo, que no se trata de una fórmula desdeñable.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

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