En busca de una imagen de Daniel Sancho (cueste lo que cueste)

En busca de una imagen de Daniel Sancho (cueste lo que cueste)

¿Cuánto costaría conseguir una imagen de Daniel Sancho? O un video. O una conversación telefónica, imagínensela ya con la figura del propio acusado enmarcada, incluso sonriente. Y en directo. Con el pijama color marrón. ¡Y ya no les digo con los grilletes! Pero, ¿podría llegar esto a producirse?

Remontándonos al pasado mes de agosto, donde fui testigo del comienzo de este caso a trescientos metros de aquí –concretamente a las puertas del presidio–, una persona que durante esa cobertura estaba y en esta no está, me aseguró que tratarían de comprar a algún empleado de la cárcel (cocineros, mismos policías) para conseguir lo que en aquellos días se consideraba la foto del año. Y aquella imagen no se consiguió.

Pero han pasado los meses –y ya estamos en pleno juicio–, y el celo con el que se trata a Daniel Sancho ha ido en sospechoso aumento. Si el pasado mes de noviembre fue posible grabarlo dentro del furgón policial a su llegada al tribunal donde le leyeron los cargos en su contra, así como han quedado constancia de llamadas telefónicas al susodicho desde un programa de televisión cuando el hijo y nieto de actores comenzaba su carrera penitenciaria, hoy día no existe la más mínima posibilidad de acceder a él, un hombre que recibe constantemente el ungüento que deriva en que en realidad resida en otra dimensión comparada con el resto. ¿Y quién podría tener la llave para acceder a él? ¿Es que acaso existe esa llave?

Siempre se ha objetado la pasión con la que el juez que dirige este caso obliga a la sociedad entera para que nadie pueda acceder a la sala de lo penal si no fue previamente invitado. Y que salvo el delegado en Bangkok de la agencia Efe el primer día de juicio –el cual no lo hizo en condición de periodista–, a los medios se les está fastidiando en su labor informativa, acorralándolos a la entrada del edificio, antes de subir las escaleras, junto al aparcamiento, ya que es sólo desde allí, y bajo un sol imperativo, donde se pueden tratar de sacar declaraciones de los familiares de Sancho y los abogados de ambas partes, siempre a la carrera, entre sudores y futuros cánceres de piel. Porque no hay más lugares donde rascar que en el acceso al juzgado. Salvo que tengas relación con alguno de los abogados en España, y me refiero a Marcos García Montes y Juango Ospina, o con Rodolfo Sancho, el cual sí está participando, en parte, del show mediático, aunque parezca todo lo contrario cuando las alcachofas y las cámaras se le acercan varias veces al día y él entona el buenos días; sin más.

Porque mientras las semanas de este juicio van pasando –acabamos de iniciar la tercera; restaría una más–, es bien sabido que la plataforma HBO, mediante sus productoras subsidiarias, está rodando a discreción, entre Koh Samui, Koh Phangan, Fuerteventura y Madrid, para conseguir aunar la información suficiente para poder cerrar los tres próximos documentales que se añadirán al primero, ya emitido y promocionado a bombo y platillo, por el que Rodolfo Sancho ha cobrado una cantidad de dinero, suponemos que bastante alta, acción –que no dato exacto– que ha confirmado incluso en plató Carmen Balfagón, otra de las representantes legales de la familia, justificándolo en el dinero que hay que pagar a los abogados, cuando Marcos García Montes dijo públicamente que no cobrará cuando el abogado en Tailandia, Aprichart Srinual, es de oficio.

Se dice que cuando un reportero escribe crónicas no debe hablar en primera persona, y mucho menos sobre él mismo. Pero yo hace sólo unos meses firmé un contrato con una productora a razón de 15.000 euros netos, por dejarme hacer una entrevista en torno al caso Segarra que no debía sobrepasar el cuarto de hora. Yo. La nada. Y en un caso de asesinato y descuartizamiento que no está de actualidad, cuando el asesino está cerca de regresar a España tras cumplir parte de su pena. Entonces, ¿cuánto habrá cobrado Rodolfo Sancho y, sobre todo, qué otras prebendas habrá sacado, además del líquido efectivo inicial, en el caso más mediático de la última década?

El dinero está a la orden del día. Dinero para todo y, sobre todo. Y si el padre de un muchachete acusado de haber matado y descuartizado a su amigo lo busca y lo encuentra, qué no podría conseguir un funcionario de prisiones que ejerce en una cárcel a la que yo llevo tiempo calificándola de guardería. Y entonces alguien toma la palabra. Vive en Tarrasa. Como Artur Segarra el día que alcance la libertad, si es que prefiere regresar a casa de su madre y no quedarse en Bangkog saldando cuentas y comiendo padthai.

“He visitado a Carlos tres veces. No es fácil, porque para viajar a Tailandia desde España tiene que ser algo organizado, con antelación. Quiero decir, cuando he ido a ver a Carlos he aprovechado para viajar por el país y alrededores, con mis amigos”. La declaración que acaban de leer entrecomillada es de un amigo de Carlos Alcañiz, el otro preso español que purga sus errores en el mismo penal que Sancho, el cual asegura que jamás fue cacheado y que acceder al vis a vis es fácil. “Sí, te obligan a dejar el móvil en el cajetín de seguridad, pero a la hora de la verdad me lo podía haber metido en los huevos”.

Lo que resulta evidente es que conseguir imágenes de Daniel Sancho en prisión no va a resultar imposible. Y más si existe dinero de por medio, que parece que lo hay, dadas las capacidades de las productoras inmersas en este proyecto audiovisual. Expertos en documentales, además, añaden que hoy día sería muy fácil acceder a una prisión como la de Koh Samui con una pequeña cámara adherida a la camisa cuando introducir un teléfono móvil para nada es imposible, cuando una videollamada ya se ha demostrado factible.

Un productor de true crime residente en pleno mediterráneo aporta más carnaza: “Conociendo las productoras que tienen que ver con este proyecto y el dinero que podrían llegar a sacar por una conversación con Sancho desde prisión, estoy seguro que de aquí a poco veremos, tras el primer episodio con el padre como protagonista, uno con su hijo. Estoy seguro. Con dinero se consiguen muchas cosas. Y ellos lo tienen. Y la audiencia necesita ver a esa persona. Nadie se va a quedar con las ganas tras tantos meses de espera”.

Según fuentes cercanas por tres o cuatro mil euros –diez sueldos– un empleado de la cárcel de Koh Samui podría tratar de hacer una foto del reo más mediático. Se dice que funcionarios policiales, por el triple, harían la vista gorda e incluso, lo grabarían desde sus terminales. Pero como la persona que visitó a Carlos Alcañiz o el productor que sabe cómo se las gastan a la hora de conseguir algo que desean, es muy posible que esas imágenes o ya estén grabadas o camino de.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *