Estas son las terribles consecuencias de aguantarte las ganas de hacer pis

Estas son las terribles consecuencias de aguantarte las ganas de hacer pis

Es frecuente escuchar una creencia popular, una especie de
leyenda urbana, que asegura que cuando se aguantan las ganas de ir al baño, se
están fortaleciendo los músculos del suelo pélvico. Este mito sostiene
erróneamente que este hábito puede ayudar a prevenir la incontinencia y
pérdidas indeseadas en el futuro.

Pero esto es completamente falso. La realidad es que, al
aguantar las ganas de orinar, estamos provocando un resultado completamente
opuesto a lo que se cree. En lugar de fortalecer, estamos atrofiando los
sistemas y las funciones de nuestra vejiga. Pero eso no es todo, el hecho de
reprimir las ganas de orinar también podría derivar en una serie de consecuencias negativas para nuestra salud y nuestro bienestar.

Mejor no aguantarte las ganas

La
vejiga promedio tiene un volumen de entre 150 y 220 mililitros en estado de
reposo. Cuando el volumen de líquido alcanza aproximadamente el 60% de su
capacidad, la vejiga comenzará a expandirse y enviará las señales pertinentes
al cerebro para avisarle que es necesario vaciarla. Este es un proceso esencial
para liberar las toxinas y los desechos que nuestro organismo ha producido.

En este punto, se abre el esfínter uretral interno
permitiendo que la orina pase por la uretra hasta llegar al esfínter uretral
externo. A diferencia del esfínter uretral interno, el externo sí podemos
controlarlo, aunque para ello se requiere un notable esfuerzo muscular y una
firme voluntad, porque todos hemos experimentado la incómoda sensación de
necesidad de orinar cuando no hay un baño accesible.

Esta necesidad, que comenzó como una ligera molestia…
rápidamente se intensifica hasta convertirse en una urgencia difícil de
ignorar. Nuestro cuerpo, en su sabiduría, nos envía señales claras de sus
necesidades. En este caso específico, las señales son inequívocas: nos está
indicando con insistencia que debemos acudir al baño inmediatamente… y debemos
obedecerle.

Si reprimimos la necesidad de orinar varias veces al día y
durante varios días seguidos, se puede dañar el funcionamiento normal del
sistema urinario. Con el tiempo, el trabajo de los músculos encargados de
contener la orina puede verse alterado, y esto puede generar bastantes
complicaciones a medio y largo plazo, llevando a que no podamos controlar la
vejiga como antes.

Además, la retención de orina puede conducir a la formación
de cálculos renales e infecciones del tracto urinario, debido a la acumulación
de desechos en nuestra uretra y nuestra vejiga. En un caso extremo, aguantar
hasta un punto crítico podría provocar que la orina volviese de nuevo a los
riñones, que están conectados con la vejiga mediante los uréteres. Esto podría
causar daños muy graves e incluso el fallo renal o la muerte. No obstante,
debemos aclarar que esto es un caso extremadamente excepcional. Antes de que
esto ocurra, lo normal es que nuestro cerebro, en un esfuerzo por protegernos,
mande la orden de “liberar las compuertas”.

En un panorama a largo plazo, la función de los músculos que
contienen la orina puede alterarse, lo que puede generar complicaciones como la
incapacidad para controlar la vejiga como antes. Además, se pueden presentar
cálculos renales e infecciones del tracto urinario debido a la acumulación de
desechos en la uretra y la vejiga. Es importante aclarar que aguantarse las ganas de orinar de
manera esporádica y por una situación particular, como puede ser durante un
examen, una reunión o una ceremonia, no tiene ningún efecto negativo a medio y
largo plazo.

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