Pocas expresiones resumen mejor el concepto del “fuego amigo” que ese “cuerpo a tierra que vienen los nuestros” tan habitual en las guerras. En el caso de la batalla en el aire, el cuerpo a tierra no es, ni más ni menos, que evitar ponerse a tiro de unas defensas que, si no saben quién eres, harán todo lo posible por derribarte.
Pero si este fatal error se ha producido, lo importante es hacer todo lo posible por hacer pasar por un fallo técnico ese desafortunado incidente. Esta es, en esencia, la secuencia de lo que ocurrió el pasado 28 de marzo en el cielo de Ucrania, según ha desvelado este sábado el Ministerio de Defensa británico, cuyos servicios de inteligencia están generalmente muy bien informados de lo que ocurre en la invasión rusa del territorio ucraniano.
Según Londres, el avión SU-27 (posiblemente el más legendario de la flota aérea rusa) que el pasado 28 de marzo se estrelló en la región de Crimea no sufrió un fallo técnico, tal y como informó el gobernador prorruso de Sebastopol (Crimea), Mijail Razozaev, sino que fue víctima de los disparos de las propias defensas rusas que lo confundieron con un avión enemigo.
El motivo, según la inteligencia militar británica, es doble. Por un lado, la tensión psicológica a la que están sometidas las fuerzas rusas por el acoso de las tropas ucranianas. Por el otro, una descoordinación que hizo que los autores de los disparos desconocieran la presencia de ese avión en la zona. Tras el suceso, las autoridades rusas dijeron que el piloto había sobrevivido al lograr escapar tras detectar los “fallos técnicos” de la nave.
En su comunicado, el Ministerio británico explica que el suceso se debió al “estado de alerta máxima entre las fuerzas rusas de la Flota del Mar Negro destacadas en Crimea tras la reciente ola de ataques de las fuerzas ucranianas”. “Hay constancia de informaciones previas y sin confirmar de casos similares de fuego amigo después de periodos de acciones ucranianas contra las fuerzas rusas en un territorio ilegalmente ocupado”, añade.
“En este suceso, y en otros similares sin confirmar, es altamente probable que la falta de información sobre la posición ocupada y la falta de coordinación sean una consecuencia secundaria de las acciones ucranianas”, explica el comunciado. “Por todo ello es una posibilidad realista que en lugar de tratarse de un fallo técnico, el incremento de la presión y la tensión por el miedo a nuevas acciones ucranianas les llevara a atacar sin proponérselo a sus propios pilotos”.
El SU-27 tiene un amplio historial en la aviación rusa y un gran protagonismo en la guerra de Ucrania.
