Gironismo sociológico

Gironismo sociológico

Aprender a compartir el amor paterno tiene que ser emocionante, una lección de vida. Pero acapararlo todo, no nos engañemos, es algo insustituible e incomparable a cualquier forma de afecto. Los hijos únicos guardamos ese secreto como el Santo Grial del amor. Mimados, consentidos, egoístas. Seguro que sí. Nos envidian porque somos el centro de cualquier evento familiar y heredamos de forma universal —y sin despeinarnos— lo que nuestros padres acumularon con enorme esfuerzo. Aunque ni siquiera esa es la cuestión principal. Lo mejor es experimentar el amor total e indisoluble. La gracia infinita y el perdón eterno de nuestros errores (y derrotas). Por eso, al principio, cuando llega un hermanito hace cierta gracia. Pero cuando el chaval empieza a robarnos la luz, nuestra vida se oscurece lentamente.

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