Las casas no son pimientos

Las casas no son pimientos

Cuando tenía 11 años, le pregunté a mi padre cómo funcionaba la Bolsa. Tras pedirme el paquete de cromos que tenía en el bolsillo, me pregunto cuál era el que tenía repetido más veces. Poli, del Cádiz. ¿Por cuántos lo puedes cambiar? Por ninguno, respondí, ya lo tiene todo el mundo. ¿Y cuál es el que más vale? Lineker, dije, no lo tiene nadie. Pues esa es la idea. Las empresas se dividen en trozos que se llaman acciones, explicó, y el precio depende de las que haya y lo solicitadas que estén. Se forman corrillos, como en el colegio, y ahí se deciden los precios.

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