Rachel Corrie tenía 23 años cuando una enorme excavadora militar Caterpillar D9R la embistió en Rafah, en el sur de Gaza, el 16 de marzo de 2003 y la aplastó con su pala, según numerosos testigos. Después de arrollar a la activista, el conductor dio marcha atrás y le pasó de nuevo por encima. Aún respiraba cuando dijo: “Creo que tengo la espalda rota”. Corrie, que trataba de evitar que el buldócer destruyera una casa palestina, era estadounidense. También lo era uno de los siete cooperantes de la ONG World Central Kitchen (WCK) que el lunes perecieron cuando Israel atacó su convoy con tres misiles, según el diario Haaretz, unas muertes que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha definido como un “error no intencionado” cuyas circunstancias se ha comprometido a aclarar con una investigación “exhaustiva”.