Lideresa desaparecida, proyecto finiquitado

Lideresa desaparecida, proyecto finiquitado

Uno de los silencios más atronadores contemplados tras los comicios vascos del pasado domingo ha sido sin duda el de la lideresa de Sumar y vicepresidenta con cartera de Trabajo Yolanda Díaz, perfil político muy dado al oportunismo de la declaración pública facilona con dejes bolivarianos –siempre, eso sí, bajo una almibarada e interminable sonrisa– y amigo de las fotos de ocasión que puedan brindar algún dividendo desplazándose si es necesario al mismísimo Vaticano para platicar con el Papa. Díaz –a la que algún «cerebrito» de la demoscopia llegó a situar como futura inquilina de La Moncloa– se lanzaba en la pasada legislatura a liderar un proyecto político de la izquierda que debería aglutinar a todas las marcas territoriales antes aliadas con Podemos y que se supone que también acabaría fagocitando a la formación morada fundada por el «no muerto» Iglesias, además con el aliento del propio Pedro Sánchez. Pero una torpeza política sin precedentes trufada con esas soberbias que hacen acumular cadáveres bajo la cama desde los tiempos del bachillerato ha dejado al pretendido portaaviones en el papel de barcaza visto el corto resultado de las generales salvado por la ausencia de suma en las derechas, el batacazo de las gallegas y el irrelevante resultado de las vascas.

A la líder de Sumar ya se la esperaba y no precisamente con las mejores intenciones desde no pocos callejones de Podemos, damnificados por el desprecio a la marca de origen y el primer puntapié contra la vicepresidenta aterrizó en las posaderas del presidente del Gobierno en forma de creación del grupo parlamentario propio par los podemitas. Desde ahí todo han sido quebraderos de cabeza para un PSOE al que se le abría en el Parlamento un nuevo frente por la izquierda en forma de interlocutor despechado. A Yolanda Díaz además de tener ya escasos conejos en la chistera del Ministerio de Trabajo, solo le queda su presencia en el Consejo de ministros y además con la creciente sensación en el socio socialista de que resulta una aliada tan incómoda como poco resolutiva. Ya no tiene detrás un partido y si las elecciones europeas confirman otro previsible descalabro, su recorrido real en la política nacional puede ser previa patada interna la práctica de vuelo sin motor. Sumar es un proyecto finiquitado y eso sí preocupa en la Moncloa, sobre todo porque estos rotos no se arreglan a golpe de decreto.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *