Nico Williams avisó al árbitro de que estaba escuchando gritos racistas desde un fondo del Metropolitano. «Gritos de mono, no fueron muchos», explicó después el atacante. Era el minuto 36 y Martínez Munuera detuvo el encuentro y fue a hablar con el delegado, para que dijera por los altavoces que los lamentables sonidos cesaran. Algunos futbolistas como Giménez, Griezmann o Koke pidieron su público que lo dejaran.
El propio capitán dijo al acabar el encuentro que esto no cabía en el mundo del fútbol. Después, el extremo marcó y lo celebró señalando el color de la piel de su brazo.
“La gente tiene que pitar al que insulta, no a la víctima”, decía Iñaki Williams, hermano y compañero de Nico, después del partido, y en relación al desagradable incidente.