Hay coincidencia en el diagnóstico e, incluso, en el objetivo: impulsar la integración financiera para lograr más fácilmente la ingente cantidad de dinero que la economía europea deberá invertir si no quiere quedarse atrás respecto de Estados Unidos y China. Pero, nada más comenzar, empiezan a surgir diferencias sobre el camino a seguir. Los países más pequeños de la Unión se muestran reticentes por temor a verse engullidos por los más grandes y aparecen los problemas. Eso es lo que ha pasado en el Consejo Europeo este jueves, cuando Luxemburgo, Irlanda, Estonia y otra decena de Estados, sobre todo los más pequeños, han presionado para rebajar la ambición en las conclusiones de la llamada a un regulador bursátil centralizado o a una armonización del impuesto de sociedades.