El precio del petróleo cruzó una línea inimaginable en los primeros compases del confinamiento. Era abril de 2020 y, con medio mundo encerrado en su casa, caía en terreno negativo por primera vez en la historia. Contraviniendo toda lógica económica, en lugar de cobrar las petroleras tenían que pagar por colocar en el mercado el petróleo que producían. El virus había desimantado por completo la brújula de los precios, traspasando una barrera que nadie pudo nunca prever.