Mayte Uceda: «Los españoles olvidamos que somos Indianos de maleta al agua»

Mayte Uceda: «Los españoles olvidamos que somos Indianos de maleta al agua»

Mayte Uceda nos devuelve a la Cuba que se perdió y a los españoles que se quedaron en la isla con «El maestro de azúcar» (Planeta). Una novela fascinante donde se reivindica la figura del maestro como hombre de ciencias y letras. Un humanista de formación integral que era referente de todo aquel engranaje humano. Todo ello junto a mujeres que se empeñaron en cambiar la historia, «a base de pequeños logros hasta hacer una montaña». También recuerda a esas personas que se fueron buscando riqueza y volvieron con las manos vacías, los Indianos de «maleta al agua».

Todavía suenan los ecos de aquello de «más se perdió en Cuba» ¿Fue para tanto?

No tanto para decir que de aquella situación vienen todos nuestros problemas pero sí, fue una época muy difícil de gran desencanto.

Retrata la historia de aquellos españoles que también fueron a buscar El Dorado, que no lo encontraron, pero se quedaron.

Unos volvieron, pero otros muchos se quedaban porque les daba vergüenza volver a sus pueblos sin haberse convertido en ricos. Se embarcaban con la visa de la riqueza como promesa, pero en el viaje de vuelta volvían incluso más pobres. Como Indianos de «maleta al agua», término peyorativo con el que señalaban a aquellos que regresaban con las manos vacías. Esa parte de la historia también debe ser recordada.

Un desastre de orilla a orilla.

Siempre me ha interesado la Cuba que se independiza como isla, pierde ese vínculo de tierra que ejercía de península con España. Fruto de ese trabajo de documentación encontré una carta de un asturiano que solicitaba a su familia una esposa porque se encontraba solo y es cuando surge el personaje del maestro de azúcar.

Hablas de la creación de personajes como si brotaran por generación espontánea.

En plano imaginario o lugar real primero tienes que visitar los lugares donde se va a desarrollar la historia. La ambientación es fundamental, por eso leo a escritores coetáneos de la época y el contexto. Aprendo de ellos las escenas cotidianas, cómo se hablaba, la vida en las calles. Una cosa son los hechos históricos y otra la ambientación. Tienes que hacer que el lector viva el lugar.

Protagonizan la trama mujeres a las que se le niega el derecho a valerse por sí mismas.

Si en la novela sobresale el espíritu de Pardo Bazán o Concepción Arenal, no es sólo como declaración de intenciones. El personaje principal, Mar Altamira, tiene una gran vocación por la medicina pero no puede aprender. Su padre es médico, sus hermanos también, pero ella no puede estudiar en la universidad porque no puede matricularse de forma oficial.

Porque estudiar casi requería de bula papal.

Había un vacío legislativo que aprovecharon algunas mujeres para matricularse, previo consentimiento del Consejo de Ministros que era el que decidía si podían acceder a los estudios. Pero los problemas no acababan ahí.

Ya me lo temía.

Las que realmente iban a la facultad todos los días, en algunos casos, lo tenían que hacer con escolta porque les lanzaban piedras.

¿Qué similitudes ves siglo y pico después?

La novela en cierto sentido es una crónica de pandemias, guerras, esclavitud, conquistas de derechos laborales y por parte de la mujer; el valor de la educación donde un maestro vale por unos cuantos profesionales… con esto respondo a tu pregunta. Desgraciadamente avanzamos, pero muy despacio. Se tenían muchas expectativas en el siglo XX y mira en lo que ha quedado.

Pero como se dicen en la novela «con estos pequeños logros se va haciendo el camino».

Tanto el Maestro de Azúcar como Mar Altamira son personas cultas que han estudiado a los humanistas y que quieren eliminar todas las injusticias. Pero se topan con un sistema muy arraigado. Por eso, desde un ingenio de azúcar se las componían para hacer algo más dulce determinadas situaciones de desigualdad.

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