Lluvia y más lluvia. Esta vez agua limpia, sin barro. El Miércoles Santo quedó roto por las precipitaciones, que cayeron de manera intermitente durante toda la tarde. Algunas ciudades, como Huelva y Córdoba, quedaron huérfanas de cofradías, mientras que en otras, como Sevilla y Málaga, salieron algunos cortejos, aunque la lluvia les sorprendió en algunos puntos de sus recorridos.
En Sevilla, las dos primeras hermandades en salir suspendieron sus estaciones de penitencia sin que cayera ni una gota todavía. Los pronósticos eran nefastos para la tarde, así que la Sed y San Bernardo decidieron quedarse en sus templos. Parecía que esta iba a ser la tónica general pero, casi simultáneamente, el Buen Fin y el Carmen dieron la sorpresa. Ambas hermandades anunciaron que salían, a pesar de las lloviznas. Cuando llegaron a la carrera oficial la lluvia se hizo intensa y aceleraron hasta llegar a la Catedral. El Señor de la Paz fue cubierto con un chubasquero. Luego, la cofradía de Omnium Sanctorum regresó a su templo. En la Catedral se quedó el Buen Fin, que estrenaba grupo escultórico en el primer paso, obra de Darío Fernández.
En Huelva no salió ninguna hermandad. La Victoria del Polvorín y la Esperanza se quedaron sin procesionar, las dos grandes devociones marianas de la ciudad. El panorama se repitió en Córdoba, con las cofradías suspendiendo sus estaciones de penitencia en cascada. En Málaga la situación fue muy parecida. Sin embargo, la cofradía del Rico salió solo con el trono del nazareno, acortando camino para cumplir con la liberación del preso.
