Para disfrutar de una de las vistas más lindas de la ciudad de Río de Janeiro, lo mejor es tomar el ferri, cruzar la bahía de Guanábara como hacen a diario miles de personas y, en 20 minutos, desembarcar en la ciudad de enfrente, Niterói. Ver desde allí el atardecer sobre la ciudad más famosa de Brasil es impagable y, aunque conviene no bajar la guardia, las probabilidades de contraer dengue son mucho menores. Niterói, una ciudad dormitorio con un museo con forma de platillo volante y firma de Oscar Niemeyer, se está labrando una reputación como ciudad modelo ante la crisis del dengue, que este año es especialmente aguda en Brasil y el resto de América Latina.