Parejas jóvenes con una vida sexual rota por el porno

Parejas jóvenes con una vida sexual rota por el porno

A Marc, de 26 años, le cuesta hablar del impacto que ha tenido el porno en su vida. Es difícil: “No puedo tener una erección con chicas en la vida real. Mi relación con mi novia de dos años se acabó por eso. Nos acercábamos mutuamente, nos quitábamos la ropa, nos podíamos tocar y todo lo que previamente se puede hacer antes de hacerlo y se generaba mucha excitación. Pero, a la que llegaba el momento de la penetración, automáticamente desaparecía la posibilidad”.

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La carta de Carlota (21 años) para padres con hijos menores a cargo

Hola, me llamo Carlota y vengo a contar mi historia.

Cuando tenía 11 años descubrí vídeos sexuales de mis padres y, poco después, que mi padre compartía fotos y lencería con otros tantos matrimonios que conocía por chats sexuales. La primera vez que descubrí el sexo, fue desde ahí, una perspectiva totalmente desagradable. Nunca perdonaré la inmadurez, incapacidad, y cobardía de mi padre al no hablar conmigo desde una perspectiva madura cuando le conté a él y a mi familia lo que había descubierto. A los 17 años reuní la fuerza para hablar con mi padre, mi sexóloga me dijo que debía hacerlo para poder avanzar en mi proceso, y no lo dudé. Escucharle fue un punto de inflexión y mejora en mi proceso y bloqueo sexual.

Desde aquí y ahora, una chica normal con 21 años recién hechos, sentada en mi sofá comiendo una pizza, me gustaría transmitir y aconsejar a todos esos padres que tienen hijos pequeños que se responsabilicen de su teléfono, de lo que dejan ver a sus hijos. Pido responsabilidad afectiva, que los protejan.

Esas imágenes que vi aquel verano me llevaron a convivir con una Carlota enfadada, durante muchos años, y eso me llevó a fumar cannabis, a mantener malas relaciones y malos hábitos. Ahora, en la terapia, estoy aprendiendo a conocer mi cuerpo yo misma, ya que sentía un completo rechazo, algunas amigas llegaron a decirme si era asexual, pero yo sabía que era algo en mí que me impedía dejarme llevar en el acto.

Siempre creía que nunca me curaría, que nunca me saldría tener relaciones sexuales con alguien, que no lo superaría, que nadie me entendía, sentía un bloqueo enorme a la hora de ese tipo de situación. Lloré mucho, muchísimo, y sufrí.

Desde aquí también me gustaría dirigirme todas esas mujeres y madres, a invitar a sus hijas a descubrirse a sí mismas de una forma sana y natural, a educarlas en que el sexo es bueno con el consentimiento de dos personas y, sobre todo, que es deseo, no debe ser algo que hagamos para complacer.

Un abrazo a todas nosotras.

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