Por los encantos pasados y presentes del elitista barrio de Neguri, en Getxo

Por los encantos pasados y presentes del elitista barrio de Neguri, en Getxo

A principios del siglo XX, Fernando María Ibarra, empresario y primer marqués de Arriluce, junto a su mujer, María de los Ángeles de Oriol y Urigüen, decidieron unirse a la nueva ola bilbaína y fijar su residencia en un imponente palacio a lomos del acantilado que baña la bahía del Abra, en el barrio de Neguri de Getxo. El hermano de María, Jose Luis Oriol, fue el encargado de levantar esa mole de estilo tardomedieval, muy de moda entonces, que sería testigo durante casi un siglo del linaje familiar bajo el esplendor de la belle époque con el que fue proyectado. Amante de las artes y la vida social, la marquesa de Arriluce personificó a la perfecta influencer de la época, una gran anfitriona que durante los veranos convertía su residencia en paso de artistas y reuniones de un selecto círculo que incluía a la Casa Real. La vivienda, con unas vistas incomparables del mar Cantábrico, fue un reflejo del selecto gusto de Oriol, que pidió a la artista Sonia Delaunay planear el interiorismo de sus aposentos y parte de su fondo de armario. Su marido, por su parte, diputado de las Cortes e inversor local (fue quien implementó la luz en Bilbao), siempre sintió que debía demostrar su estatus social a través de la literatura, lo que le llevó a cultivar una extensa biblioteca en la planta principal de la vivienda.

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