Es inevitable preguntarse, ante el rescate de Tom Ripley, el personaje, el humanísimo villano creado por Patricia Highsmith, la escritora que trató de entender la maldad que anida en cada uno de nosotros, ¿qué necesidad había? Es decir, ¿no había Anthony Minghella fijado la idea de tan encantador y queer criminal en El talento de Mr. Ripley, una luminosamente oscura película convertida en un clásico instantáneo a finales de los noventa? ¿Tan falto está el presente de ideas?, se dirán. Pero déjenme decirles que les bastará con poner un pie —y para ello bastará con unos minutos de metraje— en la miniserie que firma Steven Zaillian (no en vano es el creador de The Night Of), Ripley (Netflix), para preguntarse todo lo contrario. Es decir, ¿por qué nadie lo había hecho antes? ¿Cómo pudo quedarse Minghella tan lejos, tan en la superficie del personaje, en realidad?