Sánchez o el monstruo de los jardines

Sánchez o el monstruo de los jardines

Que un presidente abandone el timón del Gobierno para decidir si continúa en su puesto es algo inédito. Sobre todo, ahora, cuando no se admite ningún impasse porque la aceleración que vive la política es estructural. Le obliga a desarrollarse en tiempo real. Pensar con calma antes de decidir es inhabitual. La lógica de la aceleración, según Hartmut Rosa, empuja nuestras vidas de forma automática hacia delante y cada vez más deprisa, aunque no sepamos hacia dónde encaminamos nuestros pasos. Padecemos un scrolling permanente. Este anestesia la atención y debilita el sentido de lo que hacemos. Salir de este automatismo y pedir tiempo muerto es algo inaudito. Tanto que una inteligencia artificial jamás lo aconsejaría con su inteligencia estadística. Al imitar el cerebro reptiliano de los políticos de nuestro tiempo, maximizaría la utilidad eficiente del poder que ejercen. Lo harían, además, con los menores costes y riesgos posibles. Entre otros, no publificar las debilidades que sufren en sus cargos, pues iría en el sueldo llegar llorados a ellos.

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