Señor Presidente

Señor Presidente

Se que este humilde artículo resulta altamente improbable que llegue usted a leerlo, pero por si acaso me gustaría explicarle algunas cosas.

Verá, en los años duros, por ejemplo en el cuartel de Inchaurrondo, cada año mataban a Guardias Civiles, tan es así que como me contó uno de ellos, al principio cuando te hablaban de un asesinato, preguntaban -es nuestro?, es decir –es Guardia Civil?, luego –es de aquí?, después –es de nuestro bloque?, y al cabo del tiempo –es de nuestra escalera?

Esos hombres amaban a sus mujeres y a sus hijos, que a veces también eran víctimas directas de actos terroristas, algunos acababan enfermos con el llamado “síndrome del norte”, otros sencillamente no vivieron para contarlo.

También asesinaron a políticos, algunos de su partido, otro ex presidente tuvo un atentado en el que murió una señora que pasaba por ahí.

Podría ponerle otros muchos ejemplos de lo que es vivir realmente presionado, yo sin ir más lejos cuando nació mi hija mayor, coincidió con mi salida en una de esas listas con datos diversos, así que cuando cogía mi coche en el parking después de mirar debajo daba vueltas antes de recoger a mi hija y a mi mujer porque si algo explotaba que no les alcanzara a ellas. Así seguí viviendo y tuve dos hijos más. Nunca se me ocurrió tomarme varios días para meditar si el amor que les proceso me impediría seguir haciendo lo que humildemente hice contra ETA. Como tampoco lo hicieron los otros a los que me he referido y que tendrían más motivos.

Le hablo del tema de la muerte, ni tan siquiera de un escrache, una querella o que es lo que dirán o murmuraran de uno o de su familia.

Como soy bien pensado, no quisiera creer que usted ha usado el amor a su mujer para llevar adelante una estrategia política.

Puede creerme, a mi me han atacado a derecha (11M, caso Faisán, defensa del General Galindo) y a izquierda (facha, españolista, ultra), y puedo comprender lo que la presión mediática hace cuando el nombre de uno se pone en la picota. Pero fue usted quién escogió ser presidente, como yo escogí complicarme la vida en estos tipos de casos.

Por eso puedo llegar a comprenderle, yo también me he preguntado a veces si todo esto vale la pena, lo he hablado con mi mujer o meditado en la soledad de mi casa y ahora que mis hijos son ya universitarios lo comparto con ellos. ¿Me vale la pena seguir acusando en el caso Voloh, en el Tsunami, en el de los CDRs, máxime siendo catalán y viviendo aquí?

La duda es humana y la vida una cuestión de prioridades y la prioridad principal es velar por los nuestros, pero cada uno escoge su propio destino y todo en la vida tiene ventajas e inconvenientes.

Prefiero pensar que fue usted sincero en sus dudas y que no es una estrategia política, pero si no es así, hágame caso, mírese al espejo y piense que quizás de todo lo que haya hecho en su vida lo peor habría sido utilizar el amor como arma política.

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