Fernando Carro, el presidente español del Bayer Leverkusen, invitó a Uwe Richrath, el alcalde socialdemócrata de Leverkusen, al vestuario del campeón. En plena fiesta de celebración del título de Bundesliga, el domingo pasado, el espectáculo que se descubrió ante el burgomaestre de esta población de 160.000 habitantes de Renania resultó de lo más mundano y entrañable. Las jarras de cerveza volaban de mano en mano y los jugadores, el cuerpo técnico, sus familiares y sus amigos se bañaban por dentro y por fuera con el líquido espumoso, tal y como manda la tradición secular del fútbol alemán. En medio del jolgorio, el sumo sacerdote de la hinchada y la plantilla, el entrenador Xabi Alonso, participaba de pleno en un ritual que lo consagraba como algo más que un técnico.