Alfonso Díez estrena cara: analizamos su cambio con un experto

Alfonso Díez estrena cara: analizamos su cambio con un experto

En la consulta del prestigioso cirujano plástico Juan Peña consideran a Alfonso Díez, viudo de la duquesa de Alba, un cliente VIP. Son varios años los que lleva yendo allí, en el madrileño Paseo de la Castellana, 134, siempre a horas en las que el secretismo acompaña. Una fuente que le veía entrar desvela que “nunca se sienta en la sala, sino que le acompañan rápidamente al despacho del doctor Peña. Tiene un trato de favor absoluto”. Este fue su pacto antes de decidirse a pasar por el quirófano: discreción total y no coincidir con otros pacientes.

Ahora se cumple el décimo quinto aniversario desde que se supo que Alfonso era el novio de Cayetana de Alba, una pareja en la que primaba la admiración por encima del amor y el sexo. Y fue precisamente la añorada duquesa quien convenció a quien iba a ser su marido para que se hiciera algunos arreglos estéticos, siguiendo la tónica que ella misma había seguido en su vida. Según nos descubre una persona del que fuera su círculo más íntimo, la aristócrata “parecía adicta a los retoques”.

De aquel funcionario al Díez actual hay todo un mundo. Jubilado, deportista de gimnasio, empedernido lector y viajero. Un hombre de pocos amigos, pero muy

cercanos… Ni ejerce de aristócrata ni falta que le hace. Es elegante y muy culto, pero su cara no es la de antaño. En ella han desaparecido las ojeras, las pequeñas manchas y las arrugas. A pesar de ser septuagenario, ni siquiera tiene la mirada cansada, los pliegues de la frente o los surcos que marcan la boca.

Pero una cosa es hacerse un buen lifting a tiempo, como hizo en su momento con el prestigioso Juan Peña, y otra cosa es volverse loco y hacerse tres o cuatro cirugías distintas, además de excederse con la medicina estética, como neuromoduladores rellenos.

El viudo de la duquesa de Alba ha reaparecido irreconocible en el funeral por Ira de Fürstenberg, celebrado en Madrid, donde ha coincidido con otros rostros conocidos. Cuentan algunos testigos a LA RAZÓN que estaba irreconocible. Nos viene a la memoria Mickey Rourke, el actor de Nueve semanas y media, cuando empezó a someterse a estas operaciones.

En su DNI consta que nació hace 73 años, el 15 de noviembre de 1950, pero su nueva apariencia la suma muchos más.

Nos hemos permitido analizar su cambio junto al doctor Leo Cerrud. Con él desvelamos que lleva toda la cirugía plástica que existe:

Un trasplante de pelo, pero, como opinión personal, demasiado largo y poco limpio. No es un blanco bonito, sino que está como amarillento, si bien puede ser el contraste de color con la palidez de su rostro de cera.También lleva una blefaroplastia en párpados para quitar bolsas y estirarlos. Esta operación debe hacerla un ocuplástico, ya que se tiende a quitar piel de más , achicando los ojos y cambiando totalmente la expresión de la cara.En pómulos, una lipo transferencia de grasa. Le han quitado de abdomen y se la han puesto en esta zona del rostro, hinchando de manera artificial.También se ha hecho una rinoplastia, cambiando y reduciendo su nariz, lo que aporta al rostro un aspecto más femenino.Por si no fuese bastante, el viudo de Cayetana de Alba se ha rellenado los labios con ácido hialurónico, dando un aspecto muy exagerado.

Sin pareja y con pensión vitalicia

En cuanto a sus hábitos, el exfuncionario suele ir al gimnasio y al cine varias veces por semana, pasea diariamente con su perro y hace una vida muy tranquila. No se le ha conocido relación amorosa después de Cayetana. Siempre fue un hombre fiel y cariñoso con la aristócrata. Y causó estupor y a la vez risa que intentaran relacionarle sentimentalmente con Doña Sofía. Estalló igualmente cuando le vincularon con Isabel Preysler.

Al igual que varios de sus hermanos es un entusiasta del mundo de las antigüedades. Su familia llegó a tener una tienda en Madrid, muy cerca del Paseo de la Castellana, que dirigía su hermano Pedro. De los Alba, si no han cambiado el acuerdo, recibe tres mil euros mensuales de pensión vitalicia, a la que hay que unir algo más de dos mil de su jubilación como funcionario. En su momento se comentó que había cobrado tres millones de euros a cambio de renunciar a la herencia que le correspondía por sus tres años de casado con la duquesa. En ello iba incluido el pago por su silencio.

Uno de sus amigos, C.P., nos devela que cada vez que menciona a Cayetana, Alfonso sigue refiriéndose a ella como “mi porcelana”, que era el mote cariñoso que le puso a su esposa. Dice que era una mujer extraordinaria.

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