En su agenda caben conciertos, lecturas de poesía, cine, intercambio de idiomas, magia o exposiciones. Y tras su barra se sirven bebida y tapas. La Polivalente, sin embargo, es mucho más que un bar. “Damos cabida a toda la propuesta cultural de la ciudad”, explica el artista y arquitecto Matías Murillo, de 49 años. Lleva ocho al frente del espacio junto a su socio Daniel Vega, tiempo que le ha permitido tener una visión global de la gran transformación vivida por el puñado de calles que le rodean y forman el barrio de Lagunillas, a un paso de centro de Málaga. Un rincón que ha pasado de estar olvidado a acoger cientos de apartamentos turísticos y convertirse en un caramelo para la especulación. “Es inevitable que la gentrificación y la turistificación acaben llegando aquí también. El malagueño es ya una especie en extinción en la ciudad”, señala Murillo a punto ya de levantar la persiana del establecimiento. Hoy toca improvisación teatral.