Las atrocidades cometidas por funcionarios del Estado brasileño contra los indígenas durante la dictadura (1964-1985) fueron múltiples. Algunas realmente estremecedoras y perversas como darles azúcar mezclado con estricnina, un veneno matarratas. Esta semana, coincidiendo con el 60º aniversario del golpe que dio inicio a dos décadas de régimen militar, el Estado brasileño les ha perdido solemnemente disculpas por desalojarlos de sus tierras, encerrarlos en campos de internamiento y torturarlos. La ceremonia oficial culminó en una escena de enorme simbolismo: “Quiero arrodillarme ante usted. Estoy muy emocionada. Quiero pedir disculpas en nombre de Brasil. Y que lleve esta petición de disculpas a todo su pueblo”, le dijo la abogada Enéa de Stutz e Almeida en nombre del Estado a la matriarca Djanira Krenak y al cacique Tito Vilhalva, de los guarani-kaiowá, en una ceremonia celebrada en Brasilia este martes.