Quienes habitualmente usan auriculares de tipo botón o intraurales —de los que van metidos dentro del conducto auditivo—, pueden hacer una pequeña prueba: mirándolos con detenimiento, seguramente verán que el sudor, el polvo e incluso la cera se acumulan en ellos, obstruyendo los controladores. Y no se trata únicamente de una cuestión de higiene, por las bacterias y los microbios que se depositan en ellos, sino que esta suciedad hace que vayan deteriorándose los componentes, que se resienta la calidad del audio y que la música se escuche cada vez a un volumen más bajo.