Cuatro pequeños cambios en nuestra rutina diaria para mejorar nuestra memoria

Cuatro pequeños cambios en nuestra rutina diaria para mejorar nuestra memoria

El cerebro se deteriora y envejece, al igual que cualquier
otra parte del cuerpo humano. Es inevitable. Como resultado de este proceso
natural, el cerebro va perdiendo parte de su tamaño y deja de ser tan
eficaz en la realización de sus funciones. En particular, hay una zona que se
ve especialmente afectada: el córtex prefrontal. Esta región del cerebro está
relacionada con las funciones cognitivas superiores, es decir, con la
atención, la orientación, la memoria, el lenguaje, la cognición social, etc.

El término clínico para referirse a esta pérdida de
facultades cerebrales es “deterioro cognitivo leve”. Y está
frecuentemente relacionado con la edad, aunque no exclusivamente. Es una
afectación con una gran prevalencia en personas mayores de 65
años. Este daño cognitivo se evidencia cuando nos dejamos la cartera en casa,
se nos olvidan las citas con el médico o nos olvidamos de una palabra en mitad
de una conversación. Cuando existe daño cognitivo leve, los olvidos son tan
frecuentes, que ya no podemos hablar de un “despiste puntual”.

No hay ningún tratamiento contra el deterioro cognitivo
leve. Sin embargo, sí que es posible prevenir (o al menos, retrasar) sus
síntomas. Diferentes estudios han llegado a la conclusión de que hay
algunos hábitos o circunstancias que favorecen esta pérdida de memoria,
por lo que sería conveniente evitarlos, en la medida de lo posible:

Técnicas de relajación

El estrés se ha convertido en una presencia constante en las
vidas de las personas del siglo XXI. Lo que poca gente conoce es que, de
acuerdo con las conclusiones de varios estudios científicos, el estrés puede
tener consecuencias devastadoras para la memoria humana. Cuando el estrés se
presenta de forma crónica, el cuerpo libera cortisol de forma constante. Esto
puede ser muy dañino para la memoria, porque el cortisol tiene el poder de
alterar la estructura cerebral, reduciendo el número de sinapsis neuronales, lo
que puede obstaculizar la capacidad del cerebro para almacenar y recuperar
recuerdos. La gravedad del asunto hace que no podamos pasarlo por alto y que
debamos implementar estrategias para combatir el estrés del día a día, y así,
cuidar de nuestra memoria.

Beber suficiente agua

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG)
recomienda que las personas mayores beban entre 1,5 y 2 litros de agua al día
para evitar la deshidratación. Incluso si no sienten sed, es importante beber
agua regularmente ya que la sensación de sed disminuye con la edad. No hacerlo
puede tener un impacto negativo en el rendimiento cognitivo, afectando la
atención, la memoria y el tiempo de reacción.

La deshidratación puede provocar una disminución del flujo
sanguíneo, lo que significa que el cerebro recibe menos oxígeno y su
funcionamiento se ve alterado. Este hecho fue confirmado por un estudio
realizado por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili, el Institut
d’Investigació Sanitària Pere Virgili y el Centre de Recerca Biomèdica Xarxa de
Fisiopatologia de l’Obesitat i la Nutrició.

Según el estudio, los adultos mayores con bajos niveles de
hidratación experimentaron un mayor deterioro cognitivo con el tiempo, en
comparación con aquellos que estaban bien hidratados. Esta relación era aún más
marcada en aquellos con problemas de obesidad o síndrome metabólico. Además,
los adultos mayores que bebían entre 1 y 1,5 litros de agua al día mostraron
una mejora en las pruebas neuropsicológicas, en comparación con aquellos que
bebían menos de medio litro al día.

Descansa adecuadamente

La disminución en cantidad y calidad de sueño que
normalmente comienza entre los 40 y 50 años puede tener un impacto
significativo en el rendimiento cognitivo, especialmente en la memoria. Dormir
menos y de menor calidad disminuye la capacidad del cerebro para formar
recuerdos y retener lo que se ha aprendido.

Es un fenómeno bastante común que muchas personas
experimentan a medida que envejecen, comenzando a despertarse a las 3 o 4 de la
mañana y ya no pueden volver a dormirse. Esto ocurre debido a que el cuerpo
requiere menos tiempo para recuperarse, pero el cerebro no, que comienza su
recuperación en la fase REM (que inicia unas horas después de acostarse). Por
lo tanto, es crucial identificar la causa de la falta de sueño y tomar medidas
correctivas.

Mantente activo

Como explicábamos antes, el cerebro experimenta un proceso
de degradación a medida que envejecemos, que afecta su funcionamiento. A raíz de este deterioro y la
pérdida de capacidades cognitivas, el cerebro busca rutas alternativas para
seguir funcionando a través de sus circuitos neuronales. En otras palabras, el
cerebro optimiza sus redes neuronales y modifica sus conexiones para continuar
operando de manera eficiente el mayor tiempo posible, retrasando así las
alteraciones cognitivas causadas por el deterioro.

La buena noticia es que es posible entrenar los procesos de
reserva y compensación neural de nuestro cerebro, permitiéndole adaptarse a las
ineficiencias y problemas que surgen con el desarrollo de una enfermedad degenerativa.
Las actividades que estimulan cognitivamente han demostrado ser capaces de
reducir hasta en un 50% el riesgo de desarrollar enfermedades
neurodegenerativas. Además, las actividades de ocio, como pasar tiempo de
calidad con nuestros seres queridos, pueden disminuir hasta en un 38% la
degeneración neurológica.

Aprender cosas nuevas en todas las etapas de la vida es
especialmente importante para aumentar la plasticidad del cerebro y su
capacidad para adaptarse a este deterioro. Cualquier actividad que represente
un desafío, desde practicar un nuevo deporte hasta aprender un nuevo idioma,
puede mejorar la capacidad de adaptación del cerebro. De hecho, un estudio
realizado en la Universidad de York encontró que los pacientes bilingües con
demencia mostraron síntomas 4,1 años más tarde que aquellos que solo hablaban
un idioma.

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