Daryl, el niño que describió cómo murió quien le donó su corazón

Daryl, el niño que describió cómo murió quien le donó su corazón

En los trasplantes, ¿puede la
personalidad del donante
transmitirse de algún modo al receptor? Esa es la
pregunta que se hicieron científicos de la Universidad de Arizona. Con esto en
mente se analizaron los casos de 10 voluntarios que relataban precisamente eso:
trasplantados que mostraban conocer de algún modo a sus donantes o que
adquirían partes de su personalidad, según sus palabras.

“Generalmente, se supone que el
aprendizaje está restringido a los sistemas neuronal e inmunológico. Sin
embargo, la hipótesis de la memoria sistémica predice que todos los sistemas
dinámicos que contienen bucles de retroalimentación recurrentes almacenan información
en diversos grados. Los pacientes sensibles trasplantados pueden evidenciar
cambios personales que son paralelos a la historia de sus donantes”, así
comienza el
estudio
que analiza una decena de receptores de trasplantes que, de algún modo,
identificaron características de sus donantes.

Uno de los casos más
sorprendentes es el de Daryl, un niño de 5 años que recibió un corazón. Cuando
fue entrevistado, Daryl señaló que “Timmy cayó tratando de alcanzar un juguete
Power Ranger que había caído en el borde de la ventana. Creo que le gustan
mucho los Power Rangers, como a mí solía hacerlo. Aunque ya no me gustan. Timmy
es más joven que yo, tiene aproximadamente la mitad de mi edad”.

El donante fue un niño de 3 años
que se cayó de la ventana de un apartamento, intentando coger un muñeco de los
Power Rangers. Y se llamaba Thomas. Supuestamente, ni el niño ni su familia
sabían el nombre o la edad del donante.

“Daryl nunca supo el nombre de su
donante ni su edad – señala el padre del receptor en el estudio -. Nosotros
tampoco lo sabíamos hasta hace poco. Acabamos de enterarnos de que el niño que
murió se había caído de una ventana. Ni siquiera sabíamos su edad hasta ahora.
Daryl tenía razón. Probablemente, fue una suposición afortunada o algo así, pero
acertó. Lo que es espeluznante, sin embargo, es que no solo acertó con la edad
y una idea de cómo murió, sino que también acertó con el nombre. El nombre del
niño era Thomas, pero por alguna razón su familia inmediata lo llamaba Tim”.

A este caso se le une el de un
hombre que recibió un corazón y describió cómo murió el donante, el de una
joven que señalaba que la donante de su corazón (ambas de 19 años) quería ser
médica y bailarina, lo cual era cierto. También se documenta el caso de un niño
de tres años que relató que la donante (de 9 años) le tiene mucho miedo al agua
(la pequeña murió ahogada) y así varios casos…

¿Puede ser cierto? La realidad es
que toda la evidencia consiste en entrevistas con los familiares o las personas
que recibieron el trasplante. No se ha entrevistado a los médicos u otro
personal sanitario para saber si en algún momento han dicho algo respecto a los
donantes. Los casos publicados fueron seleccionados específicamente por relatar
estas anécdotas: no hay ningún caso que muestre que no hubo cambio de
personalidad o un conocimiento posterior de su donante. Cada año se realizan
más de 150.000 trasplantes. Si entre ellos se ha encontrado, por medios
cuestionables y sin pruebas, menos de un 0,01% de casos como estos y que no
haya más casos años después, las pruebas no son sólidas en absoluto.

¿Para qué sirve entonces este
estudio? Para mostrarnos que un estudio científico no garantiza veracidad por
sí mismo solo por ser publicado. Sus resultados deben poder
replicarse por otros científicos, ser consistentes en el tiempo y contar con un
universo analizado lo suficientemente amplio.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *