El gran salto de la familia Puig

El gran salto de la familia Puig

Muy visionario tendría que haber sido el patriarca Antonio Puig para llegar a imaginar en 1914 que la empresa que acababa de poner en marcha llegaría un día a ser una de las grandes multinacionales de la perfumería, la cosmética y la moda, y que protagonizaría, previsiblemente este viernes, la mayor salida a Bolsa en España en diez años desde el debut de Aena. En ese momento, sus mercancías estaban en el fondo del mar: un submarino alemán acababa de hundir el barco que transportaba productos de importación, entre los cuales había botes de perfumes. Pese al percance naval, decidió sobreponerse y centrar su empresa en las fragancias. 110 años después, un frasco de la colonia 1 Million, de Paco Rabanne, una de las muchas marcas que conforman el porfolio de Puig, reposa sobre la mesa de un adolescente. El bote tiene la forma de un lingote de oro, brillante e imponente, y encapsula una crónica, de dinero y poder, con el que se llegó a vender una unidad cada cinco segundos. La que ahora es una gran multinacional, fundada en Barcelona, ha ido creciendo generación a generación (van por la tercera) a lomos de las historias de las fragancias y marcas de cosmética que iban incorporando. Con la salida a Bolsa culmina su propio relato, y el más grande: el de una empresa familiar que ha sabido profesionalizarse y que puede competir de tú a tú con los grandes del sector.

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