El hijo de Dios vivo, otra vez crucificado

El hijo de Dios vivo, otra vez crucificado

Vuelvo una vez más en Semana Santa a Ana Catalina Emmerick. Incluso para los más incrédulos produce asombro todo lo relacionado con esta monja del siglo XIX. Sus revelaciones sólo poseen autoridad humana, si bien a ella la acompañó la gracia de ver y vivir la pasión de Jesucristo, varios pasajes del antiguo y del nuevo Testamento y gran cantidad de hechos históricos. Las visiones de Ana Catalina, recogidas por el poeta Clemente Brentano, tienen una fuerza descriptiva que impresiona. Los pasajes y detalles complementarios de la pasión de Cristo que callan los Evangelios pudieron no suceder como dice Ana Catalina Emmerick, pero, en cualquier caso, sus visiones son un monumento para la meditación cristiana. Más de un Papa ha recomendado vivamente su lectura en los días de Semana Santa.

Hace dos siglos, la monja alemana contó, por ejemplo, con toda minuciosidad, las obras y los hechos de la secta de los esenios, prácticamente ignorados hasta los años cincuenta de la pasada centuria. Como subrayó en su día la excelente revista «L’Homme Nouveau», los manuscritos del mar Muerto, una vez descubiertos y descifrados, coinciden punto por punto con las revelaciones de Ana Catalina. No se trata de una opinión o una especulación. Se trata de una comprobación científica a cargo de intelectuales ateos. Ana Catalina Emmerick anticipó cien años antes lo que los manuscritos del mar Muerto descubrieron sobre los esenios.

La descristianización actual de Europa es un hecho parcial pero real. El Cristo otra vez crucificado de Nikos Kazantzakis sangra ante la general indiferencia cristiana. Semíramis ya no reina en Europa. Convertida en paloma, voló para siempre a los cielos. Y sobre el orden de Melquisedec pesa la amenaza de la destrucción total.

Habrá que insistir ante ciertos intelectuales cristianos que los Evangelios no son complemento del Talmud, el Avesta o «El Capital». En ellos se encuentra y armoniza la verdad cristiana. El Papa Pío X propugnó restaurar todas las cosas en Cristo. La realidad social no ha acompañado sus palabras a lo largo del siglo XX. Reconforta, en todo caso, la explosión del sentimiento popular español en torno a las procesiones de Semana Santa a pesar de la lluvia y del tiempo desapacible. Todavía alienta la esperanza en el pueblo profundo.

Luis María Anson, de la Real Academia Española.

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