El mundo será solidario o no será

El mundo será solidario o no será

Los españoles no queremos al lado, ni pobres, ni menas, ni cárceles, ni centros de desintoxicación, ni nada que nos recuerde que nuestro mundo no es perfecto. En la Pamplona gobernada por PSN y Bildu, tras la moción de censura al PP, donde hay más mendigos que nunca, el alcalde Joseba Asirón ha decidido demostrar su «progresía» ayudando a los «sintecho» con un billete gratuito para que vuelvan a sus lugares de origen o a cualquier otro sitio «donde tengan mayores oportunidades». Los quiere mucho, sí. Pero bien lejos. En su descargo diré que no ocurre solo en su municipio. En Sopuerta (Vizcaya) un vecino ha ofrecido un millón de euros por un palacete para evitar la apertura de un centro de menas. El ayuntamiento pretende albergar entre 9 y 30 menores no acompañados en tal edificio…, pero los soportanos harán cuanto puedan para impedirlo. En esta localidad de algo más de 2500 habitantes, donde solo hay censados 117 jóvenes, alegan que no cuentan con los servicios necesarios en frecuencia de autobuses, asistencia sanitaria o incluso seguridad. La realidad es que, aunque los tuvieran, el miedo a que sucediese lo que en municipios próximos, donde otros centros acabaron incendiados y hubo altercados en los transportes o hurtos a viandantes, es su principal motivo de rechazo. Si revisamos nuestro país de punta a punta es difícil encontrar algún rincón donde se acepte a los inmigrantes (mayores o menores) con cierta alegría. Es verdad que los hay problemáticos. Otros, sin embargo, son un ejemplo de superación. La cuestión es que es imprescindible que sepamos que el mundo será solidario o no será. Con los inmigrantes, los sintecho, los drogadictos, los presos… Todos son producto de nuestro mundo injusto e imperfecto, que dejará de girar si no entendemos que los que tienen mala suerte no se conformarán con ella –y menos aún con la de sus hijos– y que si destrozamos la naturaleza, convertiremos el planeta en un lugar inhóspito donde ni ellos, ni nosotros podremos vivir. Así que más nos vale reordenarnos y ser solidarios. Por generosidad o por egoísmo. No queda otra.

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