El no tan romántico Sena

El no tan romántico Sena

Una no es una auténtica parisina si no tiene una historia íntima con el Sena. Y no hablo de inolvidables paseos en bateau mouche, de aperitivos improvisados contemplando Notre Dame desde L’île Saint-Louis o de encuentros románticos al anochecer, como el de Woody Allen y Goldie Hawn en Todos dicen I love you. Siento decepcionaros, pero la realidad es mucho más trivial. Paul, una amistad de infancia, siempre se refiere al día en que se cayó al río siendo un bebé, entre el muelle y una barcaza, y cómo su niñera punki no temió sumergirse en lo que parecía “una mezcla de mierda y de gasolina” para salvarle de una muerte segura, aunque no del eccema que, según él, le persigue desde entonces. De Emmanuel, un chico con el que compartían clase algunos amigos en el pijísimo colegio Henri IV, quedó la leyenda de que su caída en el Sena ―con bici incluida― había cambiado para siempre su olor corporal (para mal, evidentemente) asestando un duro golpe a su poder de seducción. Y a Raphaël siempre le recordamos en mi grupo de amigos la noche en la que se subió borracho al pretil del Pont des Arts para mear y terminó arrojado al agua por un desconocido de dudoso sentido del humor, sintiendo “las cosquillas de unas sirenas” que resultaron ser una amalgama de barro, algas mutantes y esqueletos de bicicletas.

Seguir leyendo

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *