El pueblo fantasma del interior de Valencia del que sus habitantes tuvieron que escapar

El pueblo fantasma del interior de Valencia del que sus habitantes tuvieron que escapar

A pocos kilómetros de la que es considerada la cuna del vino de la Comunidad Valenciana, Requena, en el interior de la provincia de Valencia, se encuentra uno de los pueblos fantasmas más terroríficos del país. Se trata de La Cornudilla, una pequeña aldea que en los años 50 fue abandonada por sus 40 habitantes al ser el centro de una serie de fenómenos paranormales que ni en aquel entonces, ni ahora, han obtenido explicación.

Voces de las que se desconocía su procedencia, ruidos, objetos que se movían solos… Tan insoportable se volvió la situación que los habitantes se desplazaron a localidades cercanas, quedando el pueblo abandonado, hasta el día de hoy.

Todo comenzó con las habladurías entre las gentes del pueblo de que en sus casas por las noches, podían escucharse conversaciones, voces, susurros, lloros, de lo que ellos llamaban “duendes”. A veces los ruidos eran tan fuertes que las personas tenían que salir a dormir a la calle y los perros se ponían a ladrar como locos.

La situación fue especialmente delicada en la denominada Casa de los Ruidos, donde los fenómenos -que, según cuentan, siguen a día de hoy- eran especialmente virulentos, con platos lanzandos contra la pared y ventanas que se abrían y cerraban solas.

Esta casa está apartada unos metros del resto de edificaciones derruidas, enclavada en un campo sembrado de uvas y junto a un enorme árbol que proyecta inquietantes sombras sobre sus muros. Si se la mira desde el camino que procede de Los Ruices, parece intacta, como si los años de abandono no hubieran hecho mella en ella, pero, al observarla desde el lado opuesto, su interior queda al descubierto y se pueden apreciar sus entrañas de madera y piedra. Dentro, una escalera conduce al piso superior, el lugar de donde proceden los extraños sonidos o raps que la han convertido en famosa. Esa pequeña edificación es, según la llaman los oriundos, “la casa del ruido”, aquélla que antaño provocó el desasosiego de sus moradores.

La Casa de los ruidos comenzó a hacerse famosa debido a unos extraños ruidos que en ocasiones se transformaban en chillidos, lloros y potentes lamentos que salían de dos pozos-depósitos ubicados en su exterior.

Como suele suceder con este tipo de historias, ya no se sabe qué parte de la historia es cierta y qué otra es fruto de la leyenda. Lo que sí es cierto, y muy real, es que los habitantes del pueblo se fueron y nunca más regresaron.

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