Estas son las terrazas de Madrid en las que el reloj se para

Estas son las terrazas de Madrid en las que el reloj se para

Con el mes de mayo ya iniciado y con los días más largos, los madrileños sabemos cuando salimos de casa, pero no cuando vamos a entrar. Más que nada, porque las terrazas nos atrapan y eso de ver acostarse el sol cóctel en mano y con varias tapas en la mesa, nos encanta. De ahí que estas líneas las dediquemos a esos espacios al aire libre que derrochan ambientazo y, además, se come y se bebe fenomenal. Por eso mismo, los hemos visitado estos días de puente.

En el 3 de Montalbán se encuentra Linaza, una taberna en la que sólo entra un producto inmejorable muy bien tratado por Óscar Portal. Tanto es así, que lo que llega a la mesa son platos honestos, sencillos, ricos y equilibrados a degustar en un horario ininterrumpido. En nuestro caso, presiden la mesa las croquetas de jamón, cremosas y rebozadas en panko, para que la mordida sea perfecta y no se rompan incluso al acompañarlas con romesco, los boquerones en vinagre, las anchoas con salsa ponzu de trufa, la ensaladilla rusa con gamba roja, los soldaditos de pavía con tártara y las bravas. Bocados todos de los que es posible pedir en medias raciones. Como sugerencias, destacan el tomate con ventresca de atún a la parrilla, el espárrago de Navarra a la mantequilla negra y los guisantes lágrima de San Sebastián con caldo de garbanzos y cocochas de merluza. En el 16 San Joaquín abrió hace unos meses Ultramarines del Coso, con Andy Boman al frente de los fogones, a quien conocimos en Gingerboy y en El Flaco, así que ya hemos visitado el local en varias ocasiones y ahora la terraza en la que pasar todos los lunes que podamos al sol. Y si es ante unas gloriosas gildas ahumadas, mejor. También, nos gustaron el ssam de oreja thai crujiente con nam prik y las anchoas sobre un brioche ahumado.

Incluso, la ensaladilla ahumada y las costillas de cerdo con «stuicky asian glaze» forman otro dúo ganador. Malasaña tiene otro vecino en el barrio: Makan. Probablemente, conozcan el primer local, inaugurado por Álex Mteiny en el 118 de Velázquez, y el segundo, que abrió junto a su socio Manu Manzano hace ahora algo más de un año en Caleido. Pues hace escasas semanas se respira un inusual buen rollo en el 30 de Espíritu Santo y en la Plaza del Rastrillo, que es donde se sitúa la agradable terraza del tercer concepto del libanés. Hacerse con una mesa para disfrutar de un «brunch» es un planazo, sí, pero también lo es almorzar cualquiera de sus wraps, como el Shawarma, con tiras de solomillo, tomate, tahini, pepinillos, cebolla y canónigos, para acompañar a la la ensalada Fattoush, muy refrescante y crocante, con sumac (una especia cítrica de las montañas del Líbano), melaza de granada, tomate, cebolla, rábano, lechuga y pan libanés frito. De beber, «toot», un trago casero de moras muy saludable y refrescante.

La terraza del Café del Nuncio es un clásico de la Latina con una de las escalinatas con más encanto de Madrid encajonada entre callejuelas con vistas al muro de piedra de la iglesia de San Pedro el Viejo. El responsable de su buen estado de salud es Xavier Saludes, así que no nos cansamos de hacernos fuertes en una de sus mesas y dejar que comience el desfile de raciones siempre encabezado por los mejillones fritos en escabeche para continuar con la sardinilla del Cantábrico en aceite de oliva, con la tortilla de bacalao, la carrillera de cerdo estofada al Jerez y para terminar, el tiramisú.

De la terraza de Cabaña Marconi hay poco que decir, sólo que si no la conocen es el mejor momento. Propiedad de Marcos Olazábal Janson, es un refugio nórdico en el Encinar de los Reyes en el que exhibe sus recuerdos y vivencias, que incluso, se trasladan a la propuesta. Es la explicación de que el salmón marinado con salsa de eneldo, los arenques, el «chateaubriand» con salsa bearnesa y el stroganoff de solomillo con arroz resulten ser platos muy recomendables. A Oroya hemos ido a descubrir los recién incorporados platillos de Diego Muñoz. Entre ellos, el tiradito de gambas con ají amarillo, aceite de gambas, cilantro y aguacate y el gambón rojo en tempura, tensuyu de ají panca, limo y berenjena ahumada. A partir de las cinco, ya en la sobremesa, comienzan las Sunset Sessions, con música en directo y sesiones de dj’s. Por último, un clásico de Aravaca es Portonovo y su espectacular terraza, un espacio que ha cumplido sus primeros 55 años en el que rendirse a un arroz marinero con langostinos o pocos, además de a los mariscos gallegos, aunque, en nuestro caso, jamás falta en la mesa el salpicón y el lomo de merluza de Burela.

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