Este es el espectacular pueblo que esconde las ruinas celtas mejor conservadas de España

Este es el espectacular pueblo que esconde las ruinas celtas mejor conservadas de España

Muchos han sido los pueblos que se instalaron en España a lo largo de los años. Eso ha hecho que el legado patrimonial de nuestro país sea impresionante. Y lo mejor de todo es que gracias al esfuerzo de los pequeños ayuntamientos, ese legado se ha mantenido hasta nuestros días, y se puede conocer mucho mejor. Es el caso de la cultura celta, cuyas ruinas más bonitas se encuentran en un espectacular pueblo, que está considerado como uno de los más bonitos de España.

Celta es el término utilizado por lingüistas e historiadores
para referirse, en un sentido amplio, al pueblo o conjunto de pueblos de la
Edad de Hierro que hablaban lenguas celtas, una de las ramas de las lenguas
indoeuropeas. Hoy se considera que los celtas forman parte de los grupos
indoeuropeos. Se piensa que parte de los hablantes de esta familia lingüística,
procedentes de Anatolia o de las estepas entre el mar Negro y el mar Caspio,
emigraron rumbo a Europa, mientras otras ramas se desplazaron hacia Irán e
India.

La etapa en la formación de este pueblo se puede encontrar
en los comienzos de la Edad del Hierro en la Europa central, hacia el 1200 a.
C., cuando se pasa de una economía pastoril a un período de predominio agrícola.

En España se les denominó “Celtiberos”, que son esa serie de
pueblos prerromanos celtas o celtizados que habitaban desde finales de la Edad
del Bronce (aprox. siglo XIII a. C.), hasta la romanización de Hispania (siglos
II-I a. C.), la zona de la península ibérica llamada Celtiberia por las fuentes
clásicas (Wikipedia).

Resulta difícil asignar territorios y fronteras concretas a
esta amalgama de pueblos debido a la escasa documentación histórica existente y
a la cantidad de hipótesis sugeridas por los restos arqueológicos encontrados. La definición de
celtíbero ha cambiado a lo largo de la historia, pero en la actualidad son
habitualmente considerados celtíberos los arévacos, titos, bellos, lusones y
pelendones, y más ocasionalmente vacceos, carpetanos, olcades y lobetanos.

La Celtiberia hispana compartía muchos atributos de las
culturas celtas del resto de Europa, pero se diferenciaba en algunos aspectos
impuestos por el clima y la geografía: aunque sus asentamientos eran
sedentarios, conservaban algunos rasgos de su pasado nómada como la ganadería
de transhumancia, que complementaba una agricultura de subsistencia. Sus
costumbres eran parecidas a las de los celtas de la Galia aunque, en
comparación, la casta sacerdotal -druidas- tenía mucha menos influencia
respecto a la guerrera.

 

El principal rasgo compartido con los celtas del resto de
Europa era su habilidad en la metalurgia, tanto la de tipo bélico como la
orientada al uso cotidiano, como las herramientas agrícolas: a ellos se debe la
difusión del arado en la península, a pesar de que practicaban una agricultura
más orientada al consumo propio que al comercio. Para comerciar preferían sacar
partido de su artesanía del bronce y del hierro, de la que eran los amos
indiscutidos.

Los celtíberos vivían en distintos tipos de asentamientos,
que las fuentes antiguas denominan polis o urbes, civitates, vici y castella.

– Las urbes eran del tipo de la ciudad-estado antigua; con un
núcleo urbano más o menos desarrollado y un entorno agrario dependiente de él.

– Las civitates eran organizaciones políticas indígenas
autónomas que podían tener o no una configuración urbana.

– Los vici y castella eran los asentamientos menores y
corresponden a los poblados y castros característicos de estos pueblos que
documenta la arqueología.

Los hallazgos arqueológicos confirman que los asentamientos
de carácter urbano se ubicaban preferentemente en Carpetania, si bien la
Carpetania no se entiende generalmente como perteneciente a la Celtiberia, los
valles del Jalón y del Ebro, es decir, en las comarcas más ricas, más
civilizadas y donde posteriormente la vida urbana de tipo romano tuvo mayor
difusión. Aunque la mayoría de la población vivía fundamentalmente dispersa, en
aldeas o poblados o en torno a torres de defensa, que son mencionadas como vici
o castella.

La mayoría de estas urbes se han ido perdiendo con el paso
de los tiempos, pero alguna de ellas se mantiene, siento la más bonita y la
encuentra en el mejor estado de conservación la situada en la pequeña villa
burgalesa de Ciruelos de Cervera, un municipio ideal para disfrutar de una escapada
en familia.

Forma parte de la comarca de Arlanza, y se encuentra a 67
kilómetros de la capital burgalesa, a 127 kilómetros de Valladolid y a unos 200
de Madrid. También se encuentra junto al Espacio Natural de los Sabinares del
Arlanza.

Entre sus atractivos destacan sus castros romanos y celtas. Se
trata de asentamientos fortificados típicos de la Edad del Hierro y la época
romana, representativos de las culturas celta y romana que se desarrollaron en
la península Ibérica.

Son evidencia de la presencia y el asentamiento de grupos
celtas, que más tarde fueron influenciados o dominados por los romanos a medida
que expandieron su imperio. Estos sitios suelen caracterizarse por su ubicación
estratégica en elevaciones para facilitar la defensa y por sus construcciones
en piedra que formaban parte de las fortificaciones.

 

La visita a estos castros no solo es un paseo por la
historia, sino también una oportunidad para apreciar el paisaje natural que
rodea estos enclaves arqueológicos.

Además su principal monumento es: – La Iglesia de San Sebastián:
Fue construida en el siglo XII, y su arquitectura gótica y las diversas
remodelaciones a lo largo de los siglos la convierten en una parada obligatoria
para los amantes de la historia y la arquitectura. Además, la torre de la
iglesia, con su escultura del patrón San Sebastián Mártir en la fachada, añade
un encanto único al paisaje local.

Ciruelos de Cervera también cuenta con la ermita del Carmen,
y las fuentes de la Plaza y del Pilar.

La vida en Ciruelos de Cervera está marcada por una serie de
eventos y celebraciones a lo largo del año. Desde festivales gastronómicos que
destacan los sabores locales hasta fiestas patronales que honran a los santos
protectores, hay algo para todos los gustos.

Para aquellos que desean prolongar su estancia en Ciruelos
de Cervera, el pueblo ofrece opciones de alojamiento como bed and breakfast o
casas rurales. Los viajeros pueden disfrutar de la autenticidad y la calidez de
la vida en el campo castellano mientras son recibidos por anfitriones amables y
atentos que hacen que su estancia sea inolvidable.

 

Y es que otro de los atractivos del municipio burgalés es su
riqueza natural, al encontrarse dentro del Espacio Natural de los Sabinares del
Arlanza- La Yecla. Este famoso paraje de es una profunda y estrecha garganta
excavada en los espesos bancos de calizas que caracterizan el relieve de las
Peñas de Cervera. Una serie de puentes y pasarelas colgantes permiten recorrer
andando esta cluse, a fondo no llegan casi nunca los rayos del sol.

En estas tierras burgalesas se localizan los que se pueden
considerar los más extensos y mejor conservados sabinares de todo el planeta.
Algunas de las sabinas del Arlanza superan los dos mil años de vida. El relieve rocoso -con grandes cortados calizos
prácticamente inaccesibles- ha favorecido el desarrollo de una variada y
abundante población de aves rapaces entre las que destacan las cerca de cien
parejas de buitre leonado.

El Arlanza es el río mitológico por excelencia de Castilla y
en sus aguas se reflejaron los rostros legendarios de sus héroes fundadores.
Por si todos los encantos naturales que atesora en su interior tan laberíntico
paisaje no fuesen suficientes, en pocos kilómetros y formando un triángulo
irrepetible se localizan tres joyas patrimoniales de categoría universal: las
ruinas del monasterio de Arlanza, la villa de Covarrubias y el claustro
románico de Santo Domingo de Silos.

 

La encina, que por lo general presenta un porte arbustivo
debido al intenso carboneo a que ha sido sometida, acompañada de matas de
sabina, enebro y en el estrato inferior por aulagas, tomillos, lavándulas y
gayuba, junto con la sabina que ocupa los suelos más pobres dando lugar a una
formación abierta, son las especies a destacar. Sin olvidar otras formaciones
como el quejigar que ocupa los terrenos margosos y coluviales profundos, los
rebollares que adoptan la forma de monte bajo y ocupan suelos silíceos, la
escasa vegetación ripícola que acompaña a los ríos Arlanza y Mataviejas, y por
último los pinares que se presentan en tres especies: Pinus pinaster, Pinus
sylvestris y Pinus nigra.

Desde un punto de vista faunístico la zona presenta especial
interés por encontrarse en la misma varias colonias de buitre común, alimoche,
águila real, águila perdicera, búho real, rabilargo, chova piquirroja. Entre
los mamíferos están catalogados de interés especial el desmán de los Pirineos y
el gato montés, junto a otras especies de interés como liebre, conejo, zorro,
jabalí y corzo. Por otra parte, entre los artrópodos, destacar la presencia del
cangrejo autóctono de río.

La geomorfología de la zona está marcada por los bancos
calizos del Cretácico Superior y por los movimientos que en ellas produjo la
orogénesis Alpina. Estos bancos forman el techo geológico que suavemente
ondulado por la orogenia Alpina es erosionado intensamente por ríos y arroyos,
dando lugar a un relieve general típicamente calizo conforme: depresión
sinclinal del río Mataviejas y la loma anticlinal rebajada de Santo Domingo de
Silos, que la flanquea por el Norte.

Los principales recursos naturales de la zona son la
geomorfología (los cañones y escarpes calizos), la vegetación (el sabinar y el
encinar) y la fauna (las colonias de buitre leonado) que forman un paisaje
íntimamente relacionado. Junto a ellas no se pueden olvidar dos centros
culturales de primer orden, ya que en ellos se gestó Castilla y el castellano:
Covarrubias y Santo Domingo de Silos.

 

Para disfrutar al máximo la experiencia la zona también
resalta por su gastronomía. El lechazo asado y las migas son los más
destacados. El queso fresco de Burgos, suave y cremoso, es una delicia que no
se puede pasar por alto. Además, los visitantes pueden disfrutar de la
hospitalidad de los lugareños en los bares y restaurantes locales.

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