Estética deslumbrante para un Ripley que me carga

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Se llamaba Patricia Highsmith. Es la escritora que más amo. He sido feliz con las pesadillas que ella narraba. Y a ellas retorno con pasión cuando todo parece triste, solitario y final. La imagen de madurez de esa escritora genial es la de una persona devastada, todo arrugas y hoyos profundos en su rostro, alguien con pinta de estar atormentado e infeliz. Pero este corazón solitario, esta borracha pertinente, también fue una constante seductora de mujeres, especialista en huidas sentimentales. Y escribir como una diosa. No tenía ambiciones artísticas en su prosa, pero se inventaba tramas, atmósferas, angustias con una imaginación, un suspense, un tormento fuera de lo común. Imagino que actualmente esa ilustre señora no necesitaría del empoderamiento y otras reivindicaciones de moda para imponer su inmenso talento, su narrativa perversa e hipnótica, el miedo, la tensión, la angustia, la fascinación que provoca en el lector.

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