La bondad de Frankenstein

La bondad de Frankenstein

Cuanto más estéril es un tema para la ciudadanía, más fértil es para la política. Es la lógica en la que se mueven los partidos hoy. Dan más importancia a las especulaciones sobre las parejas de sus oponentes que a las decisiones de sus propios ejecutivos, a las reuniones en restaurantes que a las del Consejo de Ministros, a la Guerra Civil que a la de Gaza, a las leyes de memoria histórica que a la memoria económica de las leyes. Presentan las leyes de concordia en la ONU y el Parlamento Europeo, pero no los Presupuestos Generales del Estado. El centro espiritual de nuestra democracia no está en el Congreso, sino en Cuelgamuros. Y quizás es la mejor estrategia para robar unos votos a corto plazo, pero no para ganar los corazones de los españoles a largo.

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