Son 21 años de diferencia entre uno y otro, 7.787 días exactamente. Cuando Darwin Blanch llegó a este mundo, 2007, Rafael Nadal ya coleccionaba 23 títulos en la élite e iba construyendo una historia única que hoy, lentamente, desemboca en su final. No se sabe dónde ni cuándo ni cómo tendrá lugar, todo son incógnitas, pero las palabras del protagonista invitan a pensar en un desenlace más o menos próximo. Así que Madrid, su Madrid, la pista que le profesa un amor único e incondicional, recalca, disfruta de él por última vez. No será este 25 de abril, más bien desapacible por la brisilla gélida y el frescor que envuelven la victoria del español contra el estadounidense, el 1.028º del mundo, un prometedor júnior —semifinalista el curso pasado en París y Wimbledon— que se inclina sin rechistar: 6-1 y 6-0, en 1h 04m. Al igual que en Barcelona, se avecina otra vez Alex de Miñaur.
Nadal vence al tierno Blanch y se gana una ronda más
