La culpa es del frío de Montjuïc

La culpa es del frío de Montjuïc

El frío cala hasta los huesos en Montjuïc desde que se apagó el pebetero que encendió Barcelona-92. No prende la llama con los rayos del sol y el estadio no se contagia de la magia de la montaña olímpica ni de la fuerza del Palau Sant Jordi. El campo parece insensible a la música y al deporte cuando juega el Barça. El ruido que suena por megafonía y los gritos de la grada nada tienen que ver con el fútbol de un equipo destemplado desde que empezaron las obras del Camp Nou. No hay abrigo que valga para combatir una sensación de frío superior a la temperatura oficial del Estadio Lluís Companys. Aunque la vejez es un proceso de enfriamiento -palabra de Josep Pla-, Montjuïc es gélido en invierno y en verano, para niños y mayores, por más radiante que resulte Barcelona.

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