La noche del 31 de marzo de 1964 los militares brasileños depusieron en un golpe incruento al presidente legítimo, el izquierdista João Goulart. Comenzaba una dictadura que duraría más de dos décadas. En plena Guerra Fría, las élites eran furiosamente anticomunistas y Goulart prometía una reforma agraria y políticas públicas para la clase trabajadora. Cuatro años después, los generales cerraron el Congreso y endurecieron la represión mediante el Ato Institucional nº 5. Brasil solo restauró la democracia en 1985.