La esperanza frente a la resistencia a los antibióticos son las propias bacterias

La esperanza frente a la resistencia a los antibióticos son las propias bacterias

Las infecciones multirresistentes son el mayor reto de salud pública a nivel global. Se estima que las resistentes a los medicamentos antimicrobianos mataron a más de un millón de personas en todo el mundo en 2019, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para 2050, unos 10 millones de personas en el mundo podrían morir anualmente por culpa de la resistencia antimicrobiana.

Helicobacter pylori, Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae y Salmonella spp son algunos de los microorganismos que en los últimos tiempos han demostrado mayores niveles de resistencia a diversas generaciones de antibióticos, y que ponen en riesgo la salud de la población.

Otro ploblema añadido es que las terapias antimicrobianas prolongadas conducen a toxicidades significativas, además de que generan más resistencia a la larga. Ante este problema cada vez más creciente, la solución puede residir en los conocidos como bacteriófagos, organismos omnipresentes en el medio ambiente con la capacidad de infectar y matar huéspedes bacterianos.

En esta línea, investigadores del Hospital Universitario de Bonn (UKB), la Universidad de Bonn y el Centro Alemán de Investigación de Infecciones, han descubierto un nuevo lantibiótico (se denomina así al grupo de sustancias producidas por bacterias grampositivas), la epilancina A37, que supondría una nueva alternativa a los antibióticos.

Las bacterias producen estas sustancias para obtener una ventaja sobre el resto de microorganismos de su entorno natural, altamente competitivo. En concreto, la epilancina A37 es producida por los estafilococos que colonizan la piel y actúa específicamente contra sus principales competidores en este órgano, las corinebacterias. Los científicos han descubierto que esta capacidad puede deberse a un mecanismo de acción muy particular, que han decifrado en detalle en un estudio que publica esta semana la revista de ecología microbiana ISME Journal.

“Estos compuestos son muy interesantes desde el punto de vista médico, ya que podrían atacar específicamente a grupos individuales de organismos sin afectar a toda la flora bacteriana, como ocurre, por ejemplo, con los antibióticos de amplio espectro”, afirma el doctor Fabian Grein, del Instituto de Microbiología Farmacéutica de la UKB. Esta capacidad de apuntar a la diana se debe a que los estafilococos y las corinebacterias son géneros importantes de la microbiota humana en la nariz y la piel, ambos órganos estrechamente relacionados con la salud y la enfermedad. Los investigadores lograron demostrar que la sustancia recién descubierta, la epilancina A37, actúa muy específicamente contra las corinebacterias, principales competidoras de los estafilococos dentro del microbioma cutáneo.

“La epilancina A37 penetra en la célula corinebacteriana, inicialmente sin destruirla. Los péptidos antimicrobianos se acumulan en la célula y luego disuelven la membrana celular desde el interior, matando así a la corinebacteria”, exlican. De este modo, su estudio muestra cómo puede utilizarse un mecanismo de acción específico para combatir específicamente una sola especie bacteriana.

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