El pasado mes de agosto, el Ministerio de Defensa aprobaba el ascenso a general de brigada de la hasta entonces coronel Loreto Gutiérrez Hurtado, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército del Aire y del Espacio. Se convertía así en la cuarta mujer que conseguía alcanzar la escala de oficiales generales y la primera del Ejército del Aire en hacerlo. En ese momento era la responsable de la Sección de Aviones de Transporte y Patrulla Marítima del Mando de Apoyo Logístico, pero apenas tres meses después, el 28 de noviembre, el Gobierno la nombraba directora del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) en sustitución del general de brigada Miguel Ángel Ballesteros, quien se jubiló tras permanecer en el cargo cinco años.
Y esta mañana ha tenido su puesta de largo en el Congreso de los Diputados, donde ha comparecido en la Comisión Mixta de Seguridad Nacional para “informar sobre las líneas generales y los objetivos que tiene previsto cumplir en el desempeño de la dirección del Departamento”. Una primera toma de contacto de la que se ha llevado una “grata impresión”, tal como ha señalado al finalizar. Un estreno que ha sido breve, pues este punto del orden del día no ha llegado a la hora y media, incluyendo su comparecencia, de apenas 30 minutos. De hecho, varios de los diputados únicamente intervinieron para dar la bienvenida a la nueva directora y marcar brevemente su postura “por cordialidad”, al contrario de lo ocurrido poco antes durante la comparecencia del director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Óscar López, la cual se prolongó durante tres horas.
Algo menos de 25 minutos ha durado su primera intervención en la Cámara, en la que ha informado de esas líneas generales de actuación que seguirá su Departamento. Lo primero que ha querido destacar es que Seguridad Nacional se guiará por los objetivos establecidos en la Estrategia de Seguridad Nacional en vigor, la correspondiente a 2021, por lo que se centrará sobre todo en avanzar en el modelo de gestión de crisis con un enfoque anticipatorio, favorecer la dimensión de la seguridad de las capacidades
tecnológicas y los sectores estratégicos, y desarrollar la
capacidad de prevención, detección y respuesta frente a las estrategias híbridas.
“Desafíos de alta complejidad”
En cuanto a la gestión de crisis, ha hecho hincapié en que “estamos viviendo una época en la que renacen antiguas amenazas geopolíticas que conviven con nuevos desafíos de alta complejidad”, en referencia esto último a la pandemia del coronavirus que marcó la citada Estrategia de 2021. Así, Gutiérrez ha recordado que al coronavirus “se han unido posteriormente dos escenarios preocupantes”: La invasión de Ucrania por parte de Rusia” y “la situación que se vive en la franja de Gaza”.
Por ello, ha matizado que “nuestra prioridad seguirá siendo construir un modelo de gestión de crisis que permita afrontar tanto las situaciones conocidas como los acontecimientos futuros y desconocidos que pudieran afectar a la seguridad nacional”. Y la mejor forma de afrontar estas situaciones, ha añadido, “es estar bien preparados para actuar” desde una “perspectiva, anticipadora, integradora y resiliente”.
Sobre el segundo objetivo, el de favorecer la dimensión de seguridad de las capacidades tecnológicas y de sectores estratégicos, ha apuntado que el desarrollo tecnológico supone un factor de “ventaja competitiva”, detallando que la primera capacidad que se verá favorecida será “la disuasión y la defensa nacional a través del desarrollo del sector industrial de la Defensa, la seguridad y el espacio, así como las tecnologías duales”.
Terrorismo y radicalización
Aquí se ha detenido en la lucha contra el terrorismo y la radicalización violenta, un ámbito en el que ha hecho hincapié en que es necesario “incorporar el vector tecnológico como herramienta clave en las políticas preventivas de lucha contra la financiación ilícita y también para prevenir la propaganda de la violencia a través de internet y las redes sociales”.
También en este punto se ha centrado en la ciberseguridad, la seguridad aeroespacial y la seguridad marítima, tres ámbitos donde la “naturaleza tecnológica es predominante”. Respecto al primero, la ciberseguridad, ha destacado su rápida evolución, considerándola una “amenaza a la que todos estamos expuestos”, poniendo como ejemplo de ello los ataques a hospitales.
En cuanto a la seguridad aeroespacial, ha puesto de manifiesto que se ha detectado una “clara tendencia al empleo creciente del espacio como dominio de competición geopolítica”, donde la tecnología “favorece la entrada de actores no estatales en la ecuación de la seguridad nacional”, como se ha visto en los conflictos de Ucrania o de Oriente Medio, con amenazas como, por ejemplo, los drones.
Protección de cables submarinos
Y en lo que afecta a la seguridad marítima, ha querido destacar que una de las primeras medidas será la protección de los cables submarinos de telecomunicaciones, por los que transcurre el 99% de la información digital a nivel global”.
Por último, en relación al tercer objetivo, la “acción frente a las estrategias híbridas”, ha hecho referencia al espionaje, los ciberataques o las campañas de desinformación. De estas últimas ha asegurado que son “una de las amenazas de mayor preocupación”, porque “puede ser utilizada por actores externos que buscan la desestabilización institucional y la polarización social”. Por ello, ha confirmado que una de las iniciativas que pretende acometer en el “futuro próximo” es la elaboración de la Estrategia Nacional de lucha contra las campañas de desinformación.
Para concluir, también ha querido destacar la importancia de la “cultura de seguridad nacional” para hacer partícipe a la ciudadanía y convertirlo en un “proyecto compartido que necesita de la concienciación y corresponsabilidad social”. Y, al mismo tiempo, ha anunciado que la revisión de la futura Estrategia de Seguridad Nacional comenzará el próximo año.
