Pintar para no olvidar la historia. “Y para contar, a través del arte, lo que el pueblo palestino está atravesando”, explica, con gesto serio, Rahif Almeari. A sus 13 años, es seguramente el artista más joven de Ein el Hilweh, el mayor campo de refugiados de Líbano, considerado una especie de capital de la comunidad palestina en este país. En trozos de madera, el adolescente, nieto de un carpintero que fue expulsado de su casa en 1948, tras la creación del Estado de Israel, pinta los símbolos de la tierra natal de sus abuelos. “Israel quiere borrar nuestra cultura, pero es mi deber como artista pintar los olivos y la kufiya [el pañuelo palestino] para contar a los europeos y a todos los extranjeros quiénes somos”, explica.