La violencia machista devoró a Alina, Larisa y Elisa: todo falló para protegerlas

La violencia machista devoró a Alina, Larisa y Elisa: todo falló para protegerlas

El teléfono sonaba dentro de la casa. Alina Florentina y el hermano de su expareja lo escuchaban desde la puerta de un cortijo insalubre rodeado de la nada en la pedanía de Las Alcubillas, muy cerca del desierto de Tabernas, en Almería. Eran más de las diez de la noche del pasado domingo y ella llevaba horas esperando que el padre de sus hijas fuera a llevárselas. Pero Cristian Iona no descolgaba el teléfono, no abría la puerta. Lo hicieron ellos de una patada. Dentro de esa construcción medio ruinosa, Alina encontró a sus niñas. Llevaban muertas más de doce horas, tenían dos y cuatro años. También a su expareja, que agonizaba. Llamaron a Emergencias, que envió a la Guardia Civil y a una ambulancia, pero no fue posible reanimarlo. Cristian había asesinado a sus hijas envenenándolas con un pesticida y se había suicidado.

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