Carlos Arrazola sonríe cuando recuerda la fecha de su nombramiento como presidente de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE). “Fue el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes”. A punto ahora de cumplir su primer trimestre al frente, el nuevo jefe de este organismo, que regula una cuenca que baña nueve comunidades autónomas de España, ha vivido un temporal con crecida del río incluida y a la vez la sequía. El bautismo de este licenciado en Químicas, con 20 años ya de experiencia en “la casa”, los últimos cuatro como Comisario de Aguas, no se ha privado de nada.