Las razones por las que el Betis empieza a dudar de Pellegrini

Las razones por las que el Betis empieza a dudar de Pellegrini

¿Quién ha dicho que el Betis no juega esta semana? A pesar del nuevo parón de la Liga que prescribe la final de Copa del sábado, el calendario inmediato contiene dos citas transcendentales para el futuro del equipo, diríase del club, verdiblanco: el aplazado Granada-Valencia del jueves, en el que los levantinos lo descabalgarán de la séptima plaza con solo puntuar contra el desahuciado vicecolista; y el referido Athletic-Mallorca de La Cartuja, que dejará sin plaza europea a ese séptimo clasificado en caso de victoria balear. Así, dependiendo de terceros, puede oscurecérsele a los béticos un horizonte europeo que hoy ya está poco claro.

Porque el Betis de Manuel Pellegrini, que terminó la primera vuelta con una cuarta clasificación consecutiva para las competiciones continentales bastante encarrilada, necesita los dineros de la UEFA para sostener económicamente un proyecto pagado por encima de sus posibilidades, construido a la medida de las exigencias del técnico chileno. En el pasado mercado invernal, sin ir más lejos, los verdiblancos invirtieron en cuatro fichajes 23 millones de euros a despecho de los problemas para inscribir que han tenido los dos últimos veranos, solo solventados (o aplazados) gracias al aval personal del presidente Ángel Haro y de su fiel socio, Josemi López Catalán.

Y justo cuando debía lucir sobre el césped ese ímprobo esfuerzo, falló la herramienta más fiable del engranaje en este trienio de éxitos: la mano del Ingeniero Pellegrini, que empezó 2024 con una triste eliminación de Copa en Mendizorroza, continuó en febrero con una ominosa caída europea, en los dieciseisavos de la Conference contra el Dinamo de Zagreb tras no superar un grupo risible en la Europa League, y acaba de perder por primera vez en toda la etapa del chileno cuatro partidos seguidos de Liga, todos los jugados en marzo, justo cuando la plaga de lesiones a la que se agarraba el técnico para justificar los malos resultados le estaba dando un respiro. El día en que juntó en un once a Guido Rodríguez, Isco, Fekir, Ayoze, Fornals y el enrachado Willian José, el sábado en Gerona, se pegó el último batacazo.

Aunque Pellegrini tiene contrato hasta junio de 2026 y nadie en el club posee autoridad moral para cuestionar su continuidad en público, la dirigencia bética sí empieza a deslizar «sotto voce» críticas al trabajo del chileno. Cada vez menos veladas, sí, a medida que sus errores se tornan groseros y su acendrado criterio muta en cabezonería, como ese empeño en darle la titularidad a un Nabil Fekir que, después de casi un año parado por una grave lesión de rodilla, no está en condiciones de competir. Desde Chile, además, llegan noticias que hablan de «promesas incumplidas» del club a un entrenador que se dice con ganas de dirigir a la selección de su país y no esconde que le seduce la tentación árabe. Como en la alcoba del matrimonio que sigue junto por mera rutina, en el Betis huele a fin de ciclo pero nadie se ha quitado aún la pinza de la nariz.

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