Lo mío, lo nuestro

Lo mío, lo nuestro

Hablamos demasiado de nosotros mismos. A medida que aumenta el aislamiento generalizado, gracias a la pantomima de la hipercomunicación, las personas se cierran como las flores en la noche. Ha sido interesante ver cómo las manifestaciones de agricultores, que eran entendibles para todos, generaban al mismo tiempo una obtusa indiferencia. No va conmigo. Sucedió antes, y más grave, con las demandas de los sanitarios o los profesores, que pese a ser eco de nuestra sociedad carecieron de un apoyo contundente. Lo gremial nos distancia. Allá cada cual. La nueva política teatralizada tiende a disgregarnos y hasta los partidos nacionalistas, ya sean españoles o catalanes, han decidido seccionar a sus ciudadanos entre buenos y malos. Buenos y malos para sus intereses particulares, claro. Nada hay más ladino que un nacionalista, que dice amar el todo cuando en realidad adora lo sesgado, lo particular, lo privado.

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