Imaginen por un momento: el presidente de un país —por ahora dejémoslo así, un país europeo cualquiera—toma la decisión de seleccionar a un grupo de inmigrantes africanos sin la documentación en regla y ordena a la policía que los detenga, que los meta en un avión, que les administre un sedante para evitar incidentes a bordo y que, como todos son negros, los dejen en cualquier país de África, aunque no sea el suyo de origen, total, ¿qué más da?, ¿quién se va a dar cuenta?